Economistas: antes y ahora

Armando Montenegro
04 de junio de 2017 - 07:23 a. m.

Así como hace cinco décadas los economistas profesionales entraron al terreno que controlaban los abogados-economistas, en las últimas dos décadas han cambiado los roles y los intereses de los economistas colombianos. Hasta hace unos años, con algunas excepciones, sus principales áreas de especialización eran la macroeconomía y los asuntos monetarios, y sus preferencias laborales se orientaban al sector público. Publicaban, por lo general, en el medio local o en el internacional cercano a las entidades multilaterales. Por su cercanía con el poder, alguna vez se denominaron “technopols”.

Ahora los economistas más jóvenes le apuntan a buscar un lugar en la academia internacional y a publicar en las principales revistas especializadas. Y sus intereses son variados. Pocos se dedican a la macroeconomía y, de acuerdo con su formación, usan técnicas avanzadas de econometría y algunos se involucran en la economía experimental.

Con el riesgo de omitir algunos nombres, entre ellos se puede mencionar a Felipe Barrera, profesor en Harvard; Pablo Querubín, NYU: Camilo García, U. Penn; Ana Arjona, Northwestern; Juanita González, LSE; Juan Esteban Saavedra, USC; Pascual Restrepo, BU. Ellos participan en los debates internacionales y en ocasiones trabajan con reconocidos profesores y publican en los principales journals. Los trabajos de Restrepo con Daron Acemoglu en materia de robótica y el mercado laboral, por ejemplo, han merecido la atención no sólo de los medios académicos, sino de importantes periódicos del exterior.

Los economistas que trabajan en Colombia también han formado una vibrante comunidad académica. Entre ellos se puede nombrar a Juan Camilo Cárdenas, Raquel Bernal, Ana María Ibáñez, Marcela Eslava, Marc Hofstetter, Hernando Zuleta, Adriana Camacho, Marcela Meléndez, Leopoldo Fergusson, Arturo Harker y Juan Fernando Vargas (por falta de espacio no menciono a otros). Entre las distinciones de estos profesionales se destaca la de Vargas, de la Universidad del Rosario, autor de uno de los 25 artículos más citados en las cinco principales revistas de economía entre 2011 y 2015. Otros escritos de los demás también se citan con frecuencia en las publicaciones internacionales.

Estos economistas han producido una serie de estudios sobre el conflicto armado, la pobreza, la desigualdad y la evaluación y diseño de las políticas públicas, que constituyen una verdadera radiografía de la situación del país en esas materias. Otro de sus logros es haber elevado en forma notable el nivel académico de las principales escuelas de economía del país.

Algunos de ellos entraron al sector público donde hacen aportes significativos. El más representativo, por supuesto, es Alejandro Gaviria, un ministro estrella de este gobierno. Daniel Mejía, después de sonados trabajos académicos en temas de narcotráfico, hace un duro servicio militar en la Secretaría de Seguridad de Bogotá. Otros más, en algún momento, también llegarán a cargos del gobierno.

Muchos otros probablemente no darán este paso. Se mantendrán en la academia y desde allí continuarán profundizando su conocimiento de los problemas nacionales y haciendo aportes al diagnóstico y manejo de las políticas públicas. A medida que se dé el inevitable relevo de las generaciones, encontrarán todo el espacio que merecen y su voz será cada vez más escuchada.

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