Ecos del Festival Ruso

Manuel Drezner
17 de abril de 2017 - 02:00 a. m.

El festival musical que organizó el Teatro Santo Domingo alrededor de la música romántica rusa llegó a una conclusión exitosa y que creo que tuvo una importante característica. Se trata no sólo de la acogida que el público dio al evento, que fue multitudinaria, sino también del hecho de que buena parte de ese público fue nuevo, no las mismas caras de siempre, sino que se nota que se ha cumplido con la laudable misión de crear audiencias diferentes. Esa labor de creación de nuevos aficionados a los eventos culturales que se presentan en Bogotá es de la mayor importancia, ya que asegura la supervivencia futura de ellos, y entre lo mucho que hay para alabar en la iniciativa que acaba de llegar a su fin es esta labor.

En cuanto al festival en sí mismo, hubo eventos de alta categoría, con la participación de varias orquestas, grupos de cámara y solistas, y aquí hay que anotar que es notable la cantidad de conjuntos nacionales que participaron en este festival, o sea que, además de crear público, se está haciendo la importante labor de fomentar a los intérpretes colombianos. Muchos de ellos mostraron estar a la altura de los importados, lo cual debe comentarse con orgullo.

Algunos aficionados anotaron que, al no haber música de Beethovenes y de Mozarts, la presencia de grandes obras maestras fue limitada. Eso creo que no importa, ya que se pudo escuchar cantidad de repertorio no habitual y se mostró que los aficionados a la música se privan de mucha cosa interesante si persisten en la creencia de que sólo vale la pena escuchar lo genial, ya que se pierden lo talentoso, donde hay música que da mucho placer. Igualmente, otros echaron de menos la presencia no sólo de óperas rusas sino también de ballet, ya que, en lugar de lo que nos dio un grupo francés, que de ruso sólo tenía el uso de música de Tchaikovski, se hubiera podido incluir alguno de los grandes ballets clásicos que se originaron en la época romántica en ese país. Una nota pintoresca la dieron los miembros de la Orquesta Nacional Rusa, que en un ensayo tocaron el famoso “Feliz cumpleaños” para festejar los sesenta del director Pletnev.

En resumidas cuentas, el evento que acaba de finalizar ha sido de la mayor importancia y la acogida que tuvo es una demostración adicional de que ya hay madurez musical entre nosotros y que esas épocas lamentables cuando los intérpretes tocaban ante salas casi vacías pertenecen a la historia. Este festival de música bianual que organiza el Teatro Santo Domingo es un gran regalo a la cultura capitalina que nunca se podrá agradecer lo suficiente.

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