Publicidad

Ahora la verdad

A las cuatro de la tarde del viernes pasado vimos al exministro de Agricultura Andrés Felipe Arias conmovido frente a las cámaras por el anuncio de su libertad.

El Espectador
15 de junio de 2013 - 10:00 p. m.

Y era lógica su reacción: dos años detenido a prevención por el caso de Agro Ingreso Seguro (AIS) se nos hacía una cosa ilógica. Un exabrupto que deja ver (y sirve como símbolo, sobre todo) la terrible situación humana que viven los sindicados que están tras las rejas. Que son ya bastantes, inocultables, todo un desbarajuste ocasionado por las entidades, por los congresistas que suben penas como vendiendo arroz, por los jueces que abusan de las medidas de aseguramiento hasta el borde de la sinrazón.

La tercera parte de los presos de este país (que tiene un hacinamiento de niveles injustificables) aún no conocen una situación jurídica definida. Arias, un representante lógico de esta población, duró dos años preso, sin condena, exigiendo (con toda razón) que lo dejaran salir.

Dos veces usamos este espacio para quejarnos por esto. Y no precisamente por una defensa a ultranza que quisiéramos hacerle al exministro. Todo lo contrario, aquí en estas páginas fuimos críticos suyos y hemos pedido la acción de la justicia en su contra si lo que se reveló en diversas investigaciones periodísticas fue cierto. Pero no así, no de ese color que todo el proceso cogió. Y si Arias podía afectar o no el proceso (una de las tres causales por las que se puede decretar este tipo de medida), se nos hacía inconcebible que la inoperancia de la justicia dijera, una vez tras otra, que faltaban testigos, que los de la Fiscalía, que los de la defensa. Multiplicados todos una y otra vez.

En libertad, por fin. Ahora, por favor, que se sepa la verdad de este caso. El país lo necesita. Porque el exministro, con todo y que fue una víctima de la ineptitud de la justicia, no es ningún “perseguido político”, como él mismo les asegura, ya con más temperancia, a los medios nacionales y a la sociedad colombiana. Ni su libertad constituye, tampoco, un triunfo o un parte de inocencia, como asegura con irritante insistencia el uribismo purasangre.

Así como fustigamos a sus malquerientes, que en medio de la ignorancia veían su detención preventiva como un triunfo de la justicia y un parte de culpabilidad, lo hacemos ahora con sus defensores: señores, falta que la justicia hable, valore las pruebas, le diga a toda Colombia qué fue lo que pasó.

Lamentamos mucho que el exministro haya estado preso sin saber de su situación jurídica. Todo su fatídico proceso va en contra de muchos principios constitucionales predicables de un Estado Social de Derecho. Pero ahora tiene que dar la cara frente a lo que pasó con su programa estrella cuando era el jefe de la cartera de Agricultura. Debemos saber, nosotros los colombianos, si Andrés Felipe Arias fue, como dijo en el Congreso Jorge Enrique Robledo, el senador del Polo Democrático Alternativo, un Robin Hood al revés: que “les roba a los pobres para darles a los ricos”

AIS pretendía preparar al agro colombiano para el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y finalmente terminó desviándose, entregando dádivas millonarias a familias acaudaladas por medio de maniobras ilegales. Ese es el tema.

Enhorabuena la libertad del exministro. Era justo desde todo punto de vista: de nuevo, lo pedimos dos veces en este espacio. Y ese tiempo injustamente perdido no lo recuperará jamás. Deplorable.

Pero pasado este episodio, necesitamos la verdad. El país, la sociedad, los campesinos afectados. Así que adelante.

Por El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar