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Aniversario e insensatez

Vaya manera la que ha escogido el Ejército Nacional de Liberación, Eln, para conmemorar los 50 años de su malhadada existencia, que se cumplen este 4 de julio: con el desprecio por la vida de civiles que nada tienen que ver con la guerra. Si nos atenemos a lo que han dicho las autoridades —y tiene toda la lógica por la zona y el objetivo—, ha sido ese grupo el responsable de lanzar el pasado domingo un cilindro bomba contra funcionarios y operarios de la multinacional petrolera Oxy que asistían a una misa en el complejo de la operación del oleoducto Caño Limón-Coveñas en Arauquita, Arauca. Un acto que algunos han equiparado en su gravedad —y apenas la fortuna evitó que fuera igual— al que el mismo Eln provocó hace más de una década en el corregimiento de Machuca, devorado con sus pobladores por el fuego que activó un ataque al oleoducto. Un acto del que, desde la cabeza de sus comandantes, el Eln se arrepintió, todo parece indicar, por lo que ha hecho este domingo en Arauca, por salir del paso.

El Espectador
02 de julio de 2014 - 05:00 a. m.

Y vaya manera también de ambientar en la opinión el “esfuerzo exploratorio” con el Gobierno Nacional para acordar una agenda y diseñar un proceso para alcanzar el fin del conflicto, que nos presentaron a cinco días de que los colombianos fueran a las urnas a definir la reelección del presidente Santos. Qué mal comienzo, cuánta insensatez pretender que esos necesarios acercamientos para definir los temas y las transformaciones que el país requiere y se pueden acordar para terminar con la guerra que nada permite se alienten hiriendo de manera tan salvaje a estas 13 personas completamente ajenas a la confrontación.

Sí, claro, para eso es que se adelantan los procesos de negociación y paz, precisamente para terminar con horrores como estos. Y sí, claro, nadie ha decretado un cese al fuego si ni siquiera se está negociando, y sí, ya sabemos que la condición que ha impuesto el Gobierno —adecuada en nuestro parecer— es la de que se avance en medio del conflicto. Y sí, claro, el Eln lleva 50 años atacando la infraestructura nacional en una muy discutible defensa del patrimonio o para financiarse con la extorsión a las multinacionales y nadie va a esperar que pase a celebrar su historia de guerra, de la noche a la mañana, con ponqué y velitas.

Con todo, si en verdad existe la intención de terminar el conflicto por la vía negociada, es necesario demostrarlo con un mínimo de coherencia. Incluso en medio de la guerra. Los procesos de paz no se abonan en tierra infértil e, incluso mientras el conflicto continúa, hay maneras de preparar ese terreno para que la sociedad pueda acompañar y proteger cualquier intento de negociación. Pero si, por el contrario y según lo han mostrado este fin de semana, para el Eln hoy la población civil no debe protegerse, así la guerra contra el Estado continúe, si la violación a las propias leyes de la guerra, el derecho internacional humanitario que con este ataque han vulnerado de manera flagrante, sigue siendo la constante, ¿por qué habría alguien de extrañarse de que el país voltee la espalda a estos procesos?

Aceptemos como sociedad, pues, que estamos en medio del conflicto y que habrá horrores que queremos terminar, pero tendremos que vivir todavía antes de encontrar el camino de la reconciliación. Pero, a la vez, si realmente hay intención de acabar con estos 50 años de violencia, lo primero que tiene que mostrar el Eln es algo de madurez y visión de largo plazo para hacerlo posible.

Por El Espectador

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