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Inicia la III Semana por la Memoria

DE UN TIEMPO PARA ACÁ, LA PA- labra “memoria” forma parte de los cálculos políticos, las estrategias electorales, los discursos eclesiásticos, las columnas de opinión, los artículos de prensa, los informes académicos, las reflexiones de los artistas y muchos otros espacios de discusión y divulgación.

El Espectador
19 de septiembre de 2010 - 11:00 p. m.

DE UN TIEMPO PARA ACÁ, LA PA- labra “memoria” forma parte de los cálculos políticos, las estrategias electorales, los discursos eclesiásticos, las columnas de opinión, los artículos de prensa, los informes académicos, las reflexiones de los artistas y muchos otros espacios de discusión y divulgación.

La memoria, entonces, ya toma parte de las preocupaciones centrales de los colombianos. No está claro, es cierto, qué es lo que debemos recordar, qué es lo que debemos olvidar y para qué. Como no es claro tampoco quiénes son los que insisten en olvidarlo todo y quiénes son los que, por el contrario, están anclados en los abusos de la memoria. En ello, hay que decirlo, más que causalidades hay estrategias.

Evidentemente, la Ley de Justicia y Paz permitió que irrumpieran nuevos elementos de análisis del pasado, al crear toda una batería de términos que nos permiten, desde lo institucional, abordar la trágica etapa que vivió Colombia durante la fase aguda del paramilitarismo. Pero ahí no acaba el dilema, apenas empieza. La memoria permitió, por ejemplo, que las víctimas ganaran visibilidad. En ello ya hay una ganancia, ahora falta que sus derechos les sean reconocidos.

De aquí la importancia del Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, que en el tema es pionero y con un equipo interdisciplinario, bajo la batuta del historiador Gonzalo Sánchez, ha sabido trabajar las difíciles realidades desde lo académico (sin demasiadas concesiones no obstante el ser formalmente parte del Gobierno) para divulgarlo entre las víctimas y socializarlo ante la opinión pública. Recopilando las distintas verdades y memorias de la violencia, el grupo ha sabido consolidar un enfoque diferenciado y una opción preferencial por las voces que han sido suprimidas o silenciadas.

Por tercer año consecutivo, el Grupo de Memoria Histórica organiza la Semana por la Memoria y hace entrega de nuevos reportes, que se suman a los de Trujillo y El Salado. En esta ocasión, siguiendo con la metodología propuesta desde el principio —basada en la investigación de temas transversales y casos emblemáticos de la violencia en Colombia—, nos traen cuatro informes. Bojayá: la guerra sin límites, aborda la debacle desatada en el municipio de Bojayá, Chocó, cuando en medio de un enfrentamiento armado con las autodefensas, las Farc lanzaron varias pipetas de gas, incinerando la iglesia del pueblo y ocasionando la muerte de 79 personas. La Rochela: memorias de un crimen contra la justicia, se basa en el asesinato llevado a cabo en enero de 1989 por un grupo de paramilitares de 12 funcionarios judiciales en el departamento de Santander. La masacre de Bahía Portete: mujeres wayúu en la mira ilustra un patrón paramilitar de violencia y tortura sexual contra las mujeres. Y el cuarto informe, La tierra en disputa. Memorias del despojo y resistencias campesinas en la Costa Caribe (1960-2010) no sólo recoge las memorias y evidencias del despojo de tierras, sino que analiza los procesos organizativos del campesinado en la región.

Se trata de un momento para la reflexión, al que todos debiéramos acudir. La programación incluye todo tipo de actividades: seminarios, foros, conversatorios, teatro, exposiciones artísticas, muestras documentales y entrega de informes. Durante los eventos no sólo se discutirá lo relativo a los episodios específicos de violencia, sino se abrirá el debate sobre la justicia y reparación para las mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia. Asimismo, se realizarán balances sobre los impactos de las apuestas gubernamentales, institucionales y sociales de construcción de memoria.

Queda la duda, sin ningún ánimo de ser pesimistas, frente a los retos inherentes a la labor de hacer memoria durante el conflicto, toda vez que éste se encuentra lejos de terminar. Se abre aquí toda una discusión frente a si estamos o no de cara a un posconflicto.

Por El Espectador

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