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Comercio exterior en un entorno desfavorable

LA SEMANA PASADA EL CONGRESO DE los Estados Unidos aprobó la extensión del Acta de Preferencias Arancelarias Andinas y de Erradicación de Drogas (Atpdea por sus siglas en inglés) por un año en el caso de Colombia y Perú, y por seis meses en el caso de Bolivia y Ecuador. Esta es una buena noticia, dada la suspensión indefinida del trámite del TLC entre Colombia y Estados Unidos.

El Espectador
06 de octubre de 2008 - 10:20 p. m.

Pero esta noticia en principio favorable también sirve para recordar una de las razones por las cuales es importante que el Congreso de los Estados Unidos ratifique el TLC con Colombia: unas preferencias que deben ser renovadas regularmente —así sea en períodos de seis meses, un año o cinco años— generan incertidumbre y hacen difícil contar con ellas al tomar decisiones de inversión y de incursión en mercados externos.

Aunque el candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, John McCain, ha apoyado la aprobación del TLC, y su contrincante Barack Obama —el candidato demócrata que ha estado liderando en las más recientes encuestas de opinión— se ha mostrado más receptivo, este último ha mantenido su oposición al TLC, argumentando que todavía no se siente cómodo con la situación de seguridad de los sindicalistas colombianos.

En general, la coyuntura para la aprobación del TLC no ha sido fácil. Primero coincidió con la recta final de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, radicalizando posiciones y anulando los argumentos económicos y estratégicos. Y ahora ha coincidido con la peor crisis económica y financiera de Estados Unidos en muchas décadas, lo cual tiende a exacerbar los sentimientos proteccionistas en medio de una campaña electoral. Claramente, para la aprobación del tratado habrá que esperar a que pasen las elecciones presidenciales en ese país.

En este ambiente adverso, es pertinente reconocer que el Gobierno colombiano ha sabido mantener la tranquilidad y la persistencia para sacar adelante el tratado en las diferentes instancias nacionales, manteniéndolo alejado del debate presidencial de ese país hasta donde ha sido posible y tratando de consolidar un apoyo bipartidista que facilite su aprobación una vez la dirigencia demócrata permita su consideración en el Congreso de los Estados Unidos.

Aunque algunos analistas dan por segura la ratificación del TLC después de las elecciones, sin duda la prudencia y la perseverancia son los mejores aliados en un proceso que todavía no ha terminado y que sigue envuelto en un ambiente muy desfavorable.

La eventual ratificación del tratado con Estados Unidos, el cierre de las negociaciones de los tratados con Canadá y la Asociación Europea de Libre Comercio y los demás tratados que Colombia ya ha firmado o está negociando, dan mayor relevancia a otro anuncio hecho recientemente bajo el auspicio del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo: el lanzamiento de la iniciativa “Caminos hacia la prosperidad”, para promover el libre comercio entre doce países de América: Canadá, Colombia, Costa Rica, Chile, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú y la República Dominicana, dejando abierta la posibilidad de que otros países del hemisferio occidental ingresen a esa iniciativa. La posibilidad de usar insumos de la región y aprovechar las preferencias arancelarias estimularía en forma importante el comercio en la región.

Una vez consolidados los acuerdos comerciales con nuestros principales socios comerciales y dada la proliferación de acuerdos comerciales a nivel mundial, es muy importante buscar escenarios regionales y mundiales como “Caminos hacia la prosperidad” y la Organización Mundial de Comercio, que sirvan para armonizar los acuerdos, en el primer caso, y multilateralizarlos, en el segundo.

El objetivo final debería ser tener reglas claras, estables, no discriminatorias y tan sencillas como sea posible, con el fin de contribuir a facilitar aún más los flujos de comercio internacional de bienes, servicios y factores, buscando, en medio de los vientos de recesión en la economía estadounidense, generar un mayor bienestar y un clima más favorable a la inversión en nuestro país.

Por El Espectador

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