La confianza inversionista

EL VIERNES EN LA NOCHE EL PRESIDENTE Álvaro Uribe pronunció, en la clausura de la asamblea de la Andi, uno de los discursos económicos más importantes del año. Tal como en la inauguración del Congreso, hizo una férrea defensa de la política económica de su Gobierno.

El Espectador
09 de agosto de 2008 - 01:53 a. m.

El Mandatario reconoció las dificultades recientes de la economía, pero recalcó que la confianza inversionista ayudará a superarlas. “Creo que este problema que tenemos de desaceleración, de inflación y de altas tasas de interés en Colombia, puede tener un factor que nos ayude a pasar este mal momento, con dificultades muy inferiores a las que podríamos atravesar. Ese factor es la confianza inversionista”.

A las noticias de la desaceleración de la economía, del menor crecimiento durante el primer trimestre, el Presidente antepuso la confianza inversionista. Para los problemas del empleo, para remediar la baja dinámica laboral, propuso dinamizar la inversión, promover entonces la confianza inversionista. “Para estimular empleo de buena calidad, con afiliación a la seguridad social, lo que necesitamos es estimular la inversión”, dijo.

Asimismo, defendió las exenciones tributarias, los acuerdos de estabilidad, las zonas francas y, en general, las facilidades tributarias a las grandes empresas, aduciendo, como lo ha hecho en repetidas ocasiones, que contribuyen a promover la inversión y aumentar la confianza inversionista. “Cuando nosotros en el Gobierno pensamos en Colombia, en lo que sería el vértice superior de la figurita que nos imaginamos para Colombia, escribimos la palabra confianza”, afirmó.

Sería necio desconocer la importancia de la confianza inversionista. El clima de inversión es una preocupación constante, casi una obsesión de la mayoría de los países en desarrollo. Sería, al mismo tiempo, injusto desconocer los logros del Gobierno al respecto, la gran mejoría de la confianza y la concomitante recuperación de la inversión privada. Como bien lo señaló el presidente Uribe en su discurso, ésta pasó de 12 a 28% del PIB en tan sólo seis años, y la inversión extranjera podría superar este año los diez mil millones de dólares.

Pero la confianza inversionista no es el remedio para todos los males de la industria en particular y de la economía en general. En su discurso ante los industriales, el Presidente pasó por alto los problemas de la infraestructura, las altas cargas laborales y el exagerado crecimiento del gasto. Los mismos industriales habían señalado su preocupación sobre estos problemas (y sobre otros más puntuales, como el paro camionero), pero no planteó soluciones concretas al respecto. El aumento de la inversión, supone el Gobierno, indica que la economía marcha bien, que los problemas señalados por empresarios y analistas son menores o inexistentes.

El énfasis en la confianza inversionista, en la inversión como fin en sí mismo, olvida que el crecimiento económico necesita políticas que estimulen un aumento de la productividad; políticas que incluyan, por ejemplo, una mejor infraestructura, un mayor énfasis en la investigación y desarrollo, una mejoría en la calidad de la educación. Pero todas estas políticas están ausentes de la acción y la retórica oficial, centrada, como ya se dijo, en la confianza inversionista. La fijación con la inversión, con la acumulación de capital a cualquier costo, puede también resultar en distorsiones importantes. Actualmente, por cuenta de los estímulos a la inversión, muchas empresas encuentran rentable sustituir mano de obra por capital.

La recuperación de la confianza inversionista es uno de los grandes logros del Gobierno, como señaló el presidente Uribe con vehemencia en su discurso ante los industriales colombianos. Pero la obsesión con la confianza inversionista parece estar llevando al Gobierno a desconocer unos problemas y a crear otros. Los industriales siguen confiados. Pero también están hoy mucho más preocupados. Lo primero, debería recordar el Gobierno, no quita lo segundo.

 

Por El Espectador

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