La Ley Habilitante

PESE A QUE LOS VENEZOLANOS SE PROnunciaron en un referendo, el 2 de diciembre de 2007, contra el proyecto que pretendía reformar 69 artículos de la Constitución, ocho meses después el presidente Hugo Chávez ha aprobado 26 decretos-leyes que podrían ser aun más decisivos en la profundización del modelo “socialista” que desea imponer.

El Espectador
18 de agosto de 2008 - 06:22 p. m.

Para comprender el significado del paquete de decretos-ley que acaban de ser promulgados, es necesario contextualizar la Ley Habilitante. Tras vencer en las elecciones presidenciales de 2006, Hugo Chávez solicitó al Parlamento la posibilidad de legislar. La Ley Habilitante fue presentada a los venezolanos, junto con la Reforma Constitucional, como uno de los cinco motores de la fase de “consolidación” del proyecto político de Revolución Bolivariana que se inició hace nueve años en el vecino país.

La Ley Habilitante es el reflejo del fuerte presidencialismo que ha caracterizado a la democracia venezolana. Desde la Constitución de 1961, esta ley ha sido un instrumento legal del que han hecho uso varios presidentes. La diferencia con la situación actual tiene que ver con la amplitud temática y la duración. Al presidente Chávez la Asamblea Nacional lo facultó para legislar sobre 11 ámbitos de acción y por un espacio de 18 meses. En total han sido promulgadas más de 60 leyes que son un reflejo de los cambios profundos que Chávez ha promovido y que tienen lugar en Venezuela en lo político, en lo económico y en lo social.

Si el gobierno actual presentó la Ley Habilitante como uno de los motores revolucionarios, no existía razón alguna para esperar que sus resultados se desligaran del proyecto político que a partir del año 2006 adquirió el calificativo de socialista. Para el gobierno, la Ley Habilitante es un instrumento que permite profundizar en lo que entiende por democracia, al tiempo que asegura la consecución de mayores beneficios para la población. Al respecto, quizás sea necesario recordar que el proyecto político de Chávez se desliga del paradigma liberal. Para el gobierno, la democracia es la democracia participativa y protagónica, entendida como la democracia de las mayorías que históricamente han sido excluidas del poder económico y político.

Por lo tanto, y así el gobierno hubiera perdido el referendo consultivo de la mal llamada Reforma Constitucional (porque en realidad implicaba una nueva Carta Magna y no una reforma), para la oposición el tema de la Ley Habilitante y su orientación no es algo enteramente nuevo. No hay, en últimas, “factor sorpresa”, que es como algunos se han referido a lo sucedido en Venezuela hace dos semanas.

Si bien no sorprenden las similitudes entre algunos de los temas contemplados en la no aprobada reforma constitucional y los decretos-ley, las leyes promulgadas son abiertamente cuestionables debido a que incluyen cambios propuestos en la Reforma Constitucional que negó el referendo, y a que no se publicaron a tiempo  para su normal y necesaria discusión.

En el momento actual, y ad portas de las elecciones regionales, si se quiere contener una mayor escalada de conflictividad y polarización entre los venezolanos, urge la realización de un debate para conocer el alcance real de los decretos-ley. Chávez ha recordado que la Constitución de 1999 posibilita someter los decretos-ley a referendo abrogatorio con lo que, en principio, el pueblo podría llegar a abolir aquellas leyes que considera injustas. Claro que si ya una vez fueron rechazadas por referendo, por qué tener que someterlas otra vez ante el pueblo.

Con todo, este escenario le representa a la oposición una oportunidad para unirse de manera coherente, propositiva y bajo la legalidad de la misma Carta de 1999. Es el camino para poner en la palestra pública la discusión de las 26 leyes que, en últimas, serían el antecedente político a las elecciones regionales. Temas como los de las expropiaciones, la presunta politización de las fuerzas armadas y la creciente centralización requieren un análisis profundo y crítico de parte de los opositores. No hay que olvidar que el gran beneficio de Chávez ha sido una oposición fragmentada y sin propuestas. A la defensiva y sin ideas, la oposición nunca podrá asumir un proyecto político alterno y creíble.

Por El Espectador

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