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Uribe 2014

SE HA ESTREMECIDO EL MUNDO POLÍTIco local con la sugerente aunque vaga declaración del presidente Álvaro Uribe esta semana, en el Colegio de Estudios Superiores de Administración (Cesa) de Bogotá, en la que pidió al Congreso que apruebe de inmediato las reformas política y de la justicia que cursan en el Congreso, para lo cual, “si el obstáculo… es el referendo para la reelección, ese obstáculo queda removido esta noche, en este caso por voluntad del Presidente de la República”.

El Espectador
13 de septiembre de 2008 - 12:01 a. m.

La mayoría ha interpretado que la declaración del Presidente es la ratificación definitiva de su desistimiento a la posibilidad de aspirar a una segunda reelección inmediata. Algunos opositores adivinan, por el contrario, una estrategia del Presidente para aliviar tensiones y conseguir que las reformas sean discutidas y aprobadas. Unos más avizoran una muy bien pensada jugada para prolongar su mandato más allá de la segunda década de este siglo. Y otros cuantos destacan el desprendimiento del Primer Mandatario que, pudiendo mantenerse en el poder tras recibir el apoyo de más de cuatro millones de colombianos que estamparon su firma para que reincida, decide ceder el turno por la salud de la patria.

De cualquier manera y aun cuando todavía hay muchas más interpretaciones circulando, la aparente declinación del Presidente a la posibilidad de una segunda reelección inmediata ha sido recibida con beneplácito. Y si no se trata de una decisión definitiva, la reacción a sus palabras sí debe estar demostrándole al Presidente cómo sería de positivo para el ambiente caldeado de nuestra política que sí lo fuere. El despertar de las opciones en todas las fuerzas políticas de diferentes tendencias que generó esa sola declaración ha refrescado el panorama y permitido pensar en escenarios más abiertos y democráticos; en una palabra, en que el país no se va a detener si Álvaro Uribe no está al mando, como parecía estar haciendo carrera.

Es cierto también que el debate que la declaración presidencial ha generado se ha centrado más en la normatividad, algo típicamente colombiano, para concluir que ya es imposible detener el proceso de aprobación del referendo en el Congreso de la República. El obstáculo, pues, para el trámite acelerado de las otras reformas no ha quedado removido. Sin embargo, así continúe y salga aprobado el referendo, la sugerencia de que el presidente Uribe no se presentaría a una reelección inmediata ha permitido que afloren y se tomen en serio porque no es que no se hayan advertido en el pasado los muy nocivos efectos que para nuestra democracia tendría otra reelección inmediata, en particular por el control unipersonal de prácticamente todos los aspectos de la vida política y económica del país bajo el peregrino sustento de la alta popularidad.

Bienvenido entonces el aire refrescante que se ha respirado al final de esta semana. Pero las palabras del Presidente fueron más allá. “El Congreso puede, fácilmente, reformar el artículo que se aprobó en 2004 y dejar ahí un factor de contingencia (…) que un Presidente pueda ser reelegido inmediatamente por un período por una sola vez y después, período de por medio, pueda volver a aspirar”, dijo el Primer Mandatario al anunciar que está preparando una reforma en tal sentido. Es decir, reelección sí, pero en 2014 y, de colofón, en 2018, como lo permitiría la Constitución modificada.

La complacencia con que se ha recibido la probable no reelección inmediata por segunda vez ha llevado a eludir el debate de esta segunda parte de la declaración presidencial. La idea de reformar ahora el mismo “articulito” lleva implícita, como en 2004, la idea de ajustar la normatividad a la situación individual del presidente Uribe y su inmensa popularidad.

Si bien a primera vista, y así se ha presentado, esta reforma en ciernes luce como la lógica consecuencia de la que permitió la reelección inmediata por una sola vez, antes de pensar en ella, o a lo sumo en paralelo, se debería ajustar el resto de la Constitución a la enorme transformación institucional que significó la primera reforma del “articulito”.

Ya hemos visto de manera evidente en estos dos años y más del segundo gobierno el muy perjudicial quiebre de los pesos y contrapesos en los poderes públicos que significó la reelección inmediata. Ajustar ese balance institucional es mucho más urgente para la vida del país que encontrar la manera de sostener en el tiempo el mandato del presidente Álvaro Uribe, por muy bueno que se le considere o por muy popular que sea.

Por El Espectador

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