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El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) fue recapitalizado con US$7.000 millones, el mayor aumento patrimonial de su historia. Este monto, que le permitirá duplicar su cartera para el año 2030, es una excelente noticia para una región ávida de recursos que le permitan retomar la senda de la recuperación y el crecimiento tras los complejos efectos de la pandemia. Su presidente, Sergio Díaz-Granados, logró en los primeros 90 días de su gestión posicionar la institución como el banco verde para la reactivación económica y social de América Latina y el Caribe, obteniendo así un voto de confianza esencial de sus accionistas.
Lograr este fortalecimiento institucional no es una labor sencilla, pues implica contar con el consenso de sus países miembros en momentos en que estos son extremadamente cuidadosos al endosar este tipo de apoyos. Es necesario que haya un alto nivel de confianza en la institución y que el liderazgo de su timonel sea el adecuado para obtener su aprobación. El banco llevaba siete años sin contar con un necesario incremento de capital y la saliente administración no pudo obtenerlo a pesar de los esfuerzos del entonces presidente, Luis Carranza. Lo alcanzado se traducirá, en corto plazo, en un mayor bienestar para los habitantes de la región.
Díaz-Granados propuso en su campaña por la presidencia que, de aprobarse este refuerzo solicitado, los recursos se destinarían al financiamiento de programas y proyectos de inversión públicos y privados, la movilización de recursos de terceros y la reorientación de su financiamiento al sector privado, el apoyo presupuestario de manera contracíclica, así como la gestión de conocimiento y asistencia técnica, la adopción de una agenda de transformación digital y el fortalecimiento del enfoque de género, diversidad e inclusión. De esta manera se espera que la cartera de CAF pueda llegar a cerca de US$60.000 millones para el año 2030, lo que le abre la puerta a convertirse en la principal fuente de financiamiento para el desarrollo regional.
No le falta razón al nuevo presidente de CAF al decir que “este fortalecimiento patrimonial es un gran logro del consenso entre latinoamericanos y caribeños. Estamos unidos para impulsar una institución que se encuentra decididamente comprometida con la reactivación económica de nuestros países y con el bienestar de su gente”. Para lograr el consenso necesario para la aprobación, la noche anterior a su reunión tuvo lugar un encuentro informal en el cual sus miembros escucharon al presidente Iván Duque y el expresidente de CAF Enrique García. Sus aportes fueron muy importantes en el proceso de resaltar la importancia y la urgencia de la decisión por adoptar. Sin recuperación económica no se podrá fomentar la actividad productiva, la creación de empleos y la promoción de la inclusión social atendiendo a una dimensión público-privada.
La apuesta para que CAF se convierta en el banco verde de América Latina implica destinar US$25.000 millones durante los próximos cinco años para proyectos que ayuden a los países de la región a lograr un aumento de la resiliencia climática, promover la transición energética, obtener un crecimiento bajo en emisiones de gases de efecto invernadero y fortalecer la conservación de los ecosistemas naturales y la biodiversidad. El financiamiento verde del banco pasará del 24 % en 2020 al 40 % en 2026, estando todas sus actividades alineadas con los objetivos del Acuerdo de París.
La reducción de la pobreza y la desigualdad —disparadas en la región como consecuencia de la pandemia— será uno de los principales resultados del aumento del capital en CAF. Para una región con la diversidad de gobiernos y tendencias ideológicas existentes, es grato ver cómo una institución de carácter técnico es capaz de alcanzar consensos para temas vitales, sin importar las eventuales discrepancias que puedan existir en lo político.
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