Con amigos así...

El Espectador
13 de abril de 2019 - 07:00 a. m.
Los Estados Unidos son mucho más que su presidente de turno y no puede echarse por la borda la historia de cooperación entre las dos naciones. Pero la respuesta debe ser implacable, elegante y mesurada. / Foto: EFE
Los Estados Unidos son mucho más que su presidente de turno y no puede echarse por la borda la historia de cooperación entre las dos naciones. Pero la respuesta debe ser implacable, elegante y mesurada. / Foto: EFE

Es probable que Donald Trump, en el fondo, crea genuinamente que todas las personas que viven de Texas hacia abajo en el continente americano somos mexicanos. Gentilicio que, además, en su mente representa lo peor de la raza humana: un mundo de oportunistas, criminales y parásitos. Es eso o el presidente estadounidense simplemente está calentando motores electorales y sabe que ese tipo de ignorancia y xenofobia marca bien entre sus votantes. En cualquier caso, se trata de una situación inaceptable.

No sobra preguntarse qué tenían en mente el presidente Iván Duque y su canciller, Carlos Holmes Trujillo, cuando decidieron entablar una relación blanda con el residente de la Casa Blanca. ¿Esperaban, tal vez, que alabarlo y consentir sus peores impulsos iba a salvar a Colombia de caer en la mira de su intransigencia? ¿Imaginaban que la retórica antidrogas, que parece ser lo único que le interesa al presidente de Estados Unidos, iba a mermar si se le mostraban razones, cifras, compromisos estatales? ¿Por qué tardó tanto la diplomacia colombiana (y el partido de gobierno) en darse cuenta de lo que el resto del mundo ya sabe muy bien: que Trump hace lo que sus caprichos le ordenen y que no tiene interés en nuestros países?

“No tengo dudas”, dijo Trump recientemente hablando en un acto de recaudación de fondos para su reelección, “de que Honduras, Guatemala, El Salvador y Colombia (...) los están mandando a Estados Unidos porque no los quieren, porque creen que la gente de Estados Unidos es estúpida y los recibe (...). Están mandando a verdaderos asesinos porque no quieren a las pandillas, así que las envían a nuestro país”. Hace un mes ya se había referido con suma condescendencia al presidente Duque, a quien llamó “un buen tipo” que “no ha hecho nada por nosotros”.

Así estamos. El presidente del aliado histórico más poderoso que ha tenido Colombia utilizándonos de fuego retórico para sus políticas xenófobas, inútiles y que buscan dividir más a los estadounidenses. No sobra agregar que está faltando a la verdad y mostrando una profunda ignorancia, no solo sobre los países que menciona y mete en un mismo costal, sino sobre las raíces de los flujos migratorios.

Hizo bien el presidente Duque, nunca es tarde, al decir que “nosotros le rendimos cuentas al pueblo colombiano”. Debe, además, exigir explicaciones por parte de la Embajada en Colombia; este tipo de faltas de respeto no pueden dejarse pasar.

Por supuesto, los Estados Unidos son mucho más que su presidente de turno y no puede echarse por la borda la historia de cooperación entre las dos naciones. Pero mientras la Casa Blanca insista en utilizarnos de comodín, la respuesta debe ser implacable, elegante y mesurada.

Ante los improperios de Trump, Colombia debe responder con altura. Además, no sobraría expresar solidaridad con los países afectados por esa retórica venenosa. Nuestros principios democráticos y de inclusión son innegociables, así como la soberanía de nuestras decisiones como Estado.

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