El gobierno de Gustavo Petro logró sacar adelante la reforma pensional en el Senado de la República después de una ajustada votación y, en el proceso, pudo haber rescatado sus esperanzas de aprobar reformas útiles para un país que las necesita con desespero. Más allá de los debates fuertes que le esperan al proyecto en la Cámara de Representantes, hoy la Casa de Nariño puede celebrar un triunfo político que muestra la importancia del diálogo, la concertación y la apertura a las críticas. Cuando Presidencia abandona su estilo hostil y encuentra maneras de tender puentes, el Congreso parece estar dispuesto a responder de la misma manera.
La pensional es un claro contraste a lo ocurrido con la reforma a la salud. Mientras la actitud del Ministerio de Salud bajo el gobierno Petro ha sido una de combate, de estigmatización a los congresistas y de imposición, la ministra del Trabajo, Gloria Ramírez, mostró destreza política y una voluntad inacabable de entablar diálogos. Junto con el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, entendieron que la política se hace conversando, convenciendo y entablando pactos con quienes pueden compartir los objetivos del Gobierno, aunque no estén de acuerdo con todo lo propuesto. Los resultados están sobre la mesa: de una reforma desahuciada, al principal triunfo legislativo de la administración Petro desde la reforma tributaria de 2022.
No es momento, todo hay que decirlo, de cantar victoria. Es cierto que hubo demoras, en parte fomentadas por el constante ataque del presidente Petro a los congresistas. Eso hace que, si no se surten dos debates en la Cámara de Representantes antes del 20 de junio, toda la propuesta se pueda hundir, lo que sería una lástima y un error histórico. Los representantes deben entender que, más allá de sus conveniencias individuales, sacar adelante el proyecto podría ayudar a enderezar el rumbo de un Gobierno sin norte fijo. Lo dijo el ministro Velasco: “Evidentemente tenemos que hacer un debate fuerte en la Cámara; en el Senado, a punta de proposiciones que debatían, pero nunca votaban, la oposición nos generó dificultades, pero esperamos que en la Cámara el debate sea mucho más leal”. Le pedimos a la oposición que también esté a la altura del momento.
Persisten, es obvio, críticas a la reforma tal y como se aprobó. Es cierto, por ejemplo, que será insuficiente para lidiar con la bomba pensional. Lo es también que un año para su implementación puede significar un optimismo desmedido que podría generar traumatismos. Los debates en torno al umbral de cotizaciones entre Colpensiones y los fondos privados puede, a su vez, ajustarse. Empero, el proyecto sí permite un alivio a las finanzas del Estado, amplía beneficios y da pasos importantes en ajustes técnicos necesarios. Gracias a la oposición inicial, la designación del Banco de la República para encargarse de los planes de inversión es una excelente medida para blindar los ahorros de los vaivenes de los gobiernos de turno. Más allá de todo eso que aún se puede debatir, la reforma pensional fue una promesa fallida de múltiples gobiernos pasados. El actual puede celebrar que fue capaz de meterle el diente y salir adelante con medidas positivas a un tema muy complejo y que despierta muchas tensiones.
Hay, en todo esto, una hoja de ruta. En contraste con las quejas constantes sobre un supuesto golpe blando, el Congreso le muestra al presidente que sí hay manera de trabajar juntos. Con esa voluntad sobre la mesa, la Casa de Nariño tiene a su disposición una estrategia para los años de gobierno que le quedan. ¿Seguirá el ejemplo de sus ministros de Trabajo e Interior?
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.