Debate sobre el futuro ambiental de Bogotá

Consenso superficial y sillas vacías. Muy revelador sobre la importancia que le dan los candidatos a la Alcaldía resultó el debate convocado por el Foro Nacional Ambiental, Canal Caracol y El Espectador. A diferencia de ocasiones anteriores en las que predominaron lugares comunes y retórica, pese a todo, el debate se caracterizó por un mayor nivel de conocimiento sobre los temas ambientales y la presentación de propuestas.

El Espectador
07 de octubre de 2011 - 11:00 p. m.

Los candidatos que asistieron estudiaron el documento motivador, preparado por el Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional. Sobre algunos temas como el modelo de ciudad concentrada, la conservación de la estructura ecológica representada en los Cerros Orientales y los humedales y la contaminación ambiental, hubo consenso general. Difícil sería presentarse en contravía cuando en la percepción general el tema ambiental es importante. También todos parecieron de acuerdo en que la venta de agua en bloque, por parte de la Empresa de Acueducto de Bogotá, representa una orientación de rentabilidad que resulta perversa, pues constituye el motor de expansión del tejido urbano, más allá de los límites razonables de una ciudad adecuadamente planificada. Ninguno se refirió, en cambio, a la documentada deuda que la ciudad tiene con Chingaza y su región.

Las diferencias, que podrían ser profundas en los planteamientos de los candidatos, se refieren a cómo lograr estos objetivos y dentro de qué marco político buscarlo. Esto, sin embargo, no quedó ilustrado en el debate. En particular las diferencias en la forma como los candidatos buscarían un equilibrio entre los intereses privados y el interés general. Y eso que algunos de los más sentidos problemas ambientales tendrían ahí su origen. Por ejemplo, la presencia de minería empresarial con alto impacto ambiental dentro del tejido urbano de la ciudad.

De mayor complejidad para la futura administración es la predominancia de un desbordado ánimo de lucro en la gestión del suelo urbano, que ha resultado determinando un modelo de ciudad con una densidad humana sub óptima y una escisión del espacio entre pobres y ricos, quienes afanosamente buscan ubicarse en el espacio regional. En este punto, los esquemas de renovación urbana en los cuales los candidatos parecerían estar de acuerdo, podrían divergir en cuanto al papel del mercado o la injerencia del Estado como elementos de reordenamiento.

Con todo, la mayor diferencia en el futuro ambiental de la capital, en el ramillete de candidatos presentes en el debate que están comprometidos de labios para afuera con lo ambiental, podría estar en algunos temas que apenas fueron esbozados. En especial la relación entre la ciudad y la región. Prácticamente no hay ningún tema ambiental de la ciudad que no tenga sus causas, o no se resuelva adecuadamente, en una integración definida entre la ciudad y su entorno: como el río Bogotá, el suministro de agua, la estructura ecológica, la exportación de basuras, la recreación y el crecimiento urbano.

En este punto del debate fue claro que no estaban todos los que son. El candidato verde, que representa un modelo pragmático de gestión de la ciudad, no asistió. Tampoco, por la naturaleza del encuentro, estaban presentes actores cuyas decisiones desde el ámbito nacional resultan ser más determinantes para el futuro que la limitada gobernabilidad desde el Palacio Liévano. En este punto hizo falta un Jaime Castro, quien tiene claro los límites de la coordinación y concertación, para un adecuado gobierno de lo que ya es una región urbana emergente y en proceso de consolidación.

Por El Espectador

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