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Lo que dejó el foro agrario para la paz

Finalizó ayer, luego de tres días de debates y propuestas, el Foro sobre Política de Desarrollo Agrario Integral, celebrado como parte del primer punto de discusión en las negociaciones de paz entre el Gobierno y las Farc en La Habana.

El Espectador
19 de diciembre de 2012 - 11:00 p. m.

Un evento que, aunque se pretendió desvalorizar por la no presencia del poderoso gremio ganadero, al final no solamente convocó una variada y activa participación, sino que además demostró un alto nivel de las discusiones, lo que desvirtuó el temor de muchos, no solo Fedegán, a que fuera un encuentro dominado por las arengas y la retórica de alto contenido ideológico.

Quizás eso sea lo más destacable del foro, y no es poca cosa. Porque en estos días se pudo demostrar que todavía es posible, en este país que tanto gusta de la polarización, que expertos, organizaciones sociales y grupos de interés empresarial se reunan para escucharse con respeto e intentar entender las diferentes miradas sobre un punto de semejante importancia para el futuro del país como lo es el desarrollo del campo. “Sí se puede”, podrían gritar, ahí sí, las arengas de consenso.

Por eso mismo es que la ausencia de Fedegan, que tanto tendría para decir sobre el futuro del campo y su desarrollo en un escenario como ese, fue lamentable. Una oportunidad perdida. Los ganaderos han estado en el centro de lo que ha sucedido en las áreas rurales en Colombia a través de los años y han sido partícipes de la violencia, bien como víctimas, la gran mayoría, pero también como victimarios algunos, muchos. Y si el país ha entrado en el propósito de alcanzar la paz de la mano del Gobierno, que han aceptado que los representa en la mesa de negociaciones, su voz, sus quejas, sus propuestas, su visión del desarrollo empresarial es necesario que estén expuestos allí en esa mesa.

Ahora bien, nos luce exagerada la reacción frente a la decisión abierta y transparente de Fedegan de no asistir al foro por considerar que no era el escenario apropiado para dar esas discusiones. Tiene todo su derecho el gremio a decidir dónde es que va a presentar su posición, tanto más si no cree que el proceso de paz deba discutir el tema del desarrollo agrario y está convencido de que el camino que ha seguido el gremio es el único posible y deseable para el campo. Sería más conveniente que nos convencieran a todos con cifras y soluciones a los dilemas que, por bueno que sea su modelo, sin lugar a dudas existen en la tenencia de la tierra y el modelo de desarrollo rural más conveniente para un país que como Colombia tiene semejante deuda social. Pero es respetable que no quieran hacerlo bajo la sombrilla del proceso de paz en curso.

Lo cual nos lleva a la reflexión de fondo sobre el alcance mismo del foro realizado y su contribución real a la negociación en curso. Pues si la premisa es que las políticas de Estado no están para ser negociadas en el proceso, es claro que este foro no podía pretender llegar a decisiones sobre el futuro del campo sino apenas explorar contextos y experiencias para entregar a la mesa información valiosa sobre lo que se está negociando.

Lo cual, vale decirlo, está muy bien. Por supuesto que es deseable el involucramiento de todos en el proceso, pero pretender que la agenda se modifique con dicha participación sería encender un torpedo que haría imposible llegar a un acuerdo viable de ser implementado. Este foro, que se hubiera enriquecido con la participación de Fedegán pero cuya respetable decisión de no asistir no le hace gran mella, ha sido, pues, un buen primer ejemplo de cómo la participación ciudadana se puede estructurar de manera ordenada y productiva para que realmente sirva de insumo valioso a los negociadores. Esperar más sería no solo iluso sino sobre todo contraproducente.

Por El Espectador

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