Se centró en la reactivación económica, el desempleo, la competitividad, la investigación tecnológica y la unidad bipartidista. También hizo una breve mención al TLC con Colombia, que sonó como un saludo a la bandera.
Unos meses atrás las cosas no pintaban bien tras la derrota de su partido en las elecciones de “mitaca” ante la falta de resultados en materia económica. Los republicanos, con el Tea Party a la cabeza, utilizaron su artillería pesada contra el presidente, a quien vendieron al electorado como un “socialista” que conducía al país hacia el desastre. Así las cosas, al primer mandatario no le quedaban muchas opciones a mano si quería continuar cuatro años más en la Casa Blanca: o cambiaba su discurso, escorando hacia el centro, o hacía las maletas en dos años.
Sin embargo, un hecho doloroso lo volvió a catapultar: la reciente masacre en Tucson. Aprovechando el momento, pronunció entonces un calculado discurso en el que, sin culpar directamente a los republicanos, logró hacer calar ante la opinión pública el mensaje de que el odio y la intolerancia no podían seguir siendo parte de la vida del país. En sus palabras del Estado de la Unión reiteró el martes pasado dicha idea al invitar al trabajo conjunto y a la unidad, al decir que “los desafíos que tenemos por delante son más grandes que los partidos y la política. Lo que está en juego no son las próximas elecciones, sino la posición de Estados Unidos”. El derrotado de hace tres meses pasó a la ofensiva, con viento de cola a su favor. El mensaje: viene un periodo especial y las medidas que se aprueben en el Congreso serán definitivas para superar la crisis. Si sus oponentes no colaboran, serán responsables del fracaso. A lo anterior se suman los recientes cambios en su equipo económico, con personalidades de alto nivel vinculadas al mundo empresarial y financiero, quienes les han dado un vuelco a los programas de reactivación, tal y como se ha evidenciado en los últimos días.
Hasta ahí las cosas parecen sonreírle al actual mandatario, pues ha venido subiendo en las encuestas y algunos indicadores económicos están mejorando. Sin embargo, no todo es color de rosa. El Washington Post lo criticó por no haber sido claro en señalar cuáles son las medidas concretas que le permitirán superar el actual déficit y aumentar el empleo, desperdiciando así la “oportunidad de preparar al pueblo americano para la austeridad fiscal”.
En este ambiente, donde el mandatario no destapó todas sus cartas sobre los proyectos concretos que presentará al Legislativo, mencionó los TLC con Colombia y Panamá y expresó algo similar a lo que dijo en el mismo recinto un año atrás. En este caso, con el deseo adicional de hacer un guiño a los republicanos de centro, favorables al Tratado, no siendo del todo claro cuál será la postura final del Tea Party. Lo cierto es que el interés central del Ejecutivo es sacar adelante un acuerdo similar con Corea del Sur y luego estudiar caso por caso el de los dos países latinoamericanos, contrariando así el deseo de sus opositores de hacerlo en paquete. Consciente de la situación, el presidente Juan Manuel Santos afirmó con realismo desde París que espera “que de las palabras pasemos a los hechos”, dado que por ahora las cosas siguen enredadas para el TLC y su eventual aprobación.
De otro lado, Obama anunció un próximo viaje a Brasil, Chile y El Salvador, sin que Colombia, otrora aliado privilegiado, figure en la bitácora. Los temas bilaterales deberán seguir, pues, la senda trazada por el presidente Santos, de cercanía con Washington buscando la diversificación de la agenda hacia otros aspectos de interés común, mientras que simultáneamente se fortalecen los vínculos con Europa y Asia.