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El ejemplo que Caracas dio

La oposición ha decidido continuar con las acciones de calle pacíficas y dentro del marco democrático para exigir la realización del revocatorio este año. De esta manera dejan sin piso la diatriba oficial, según la cual la MUD sólo busca propiciar un golpe de Estado. La marcha del jueves demostró todo lo contario

El Espectador
04 de septiembre de 2016 - 01:50 a. m.
Lo siguiente será repetir la toma de la capital, esta vez el próximo miércoles, y en todo el país hasta lograr que se permita adelantar el referendo revocatorio en los tiempos justos. / EFE
Lo siguiente será repetir la toma de la capital, esta vez el próximo miércoles, y en todo el país hasta lograr que se permita adelantar el referendo revocatorio en los tiempos justos. / EFE

Caracas marchó masivamente el jueves pasado. Y de qué manera. Una marea humana, hastiada de un régimen que ha sumido al país en la mayor crisis de toda su historia, le dijo “no más” al gobierno de Nicolás Maduro. Lo más importante es que más de un millón de personas no sólo inundaron la ciudad, desafiando todas las amenazas y obstáculos que les puso el chavismo, sino que dieron una lección de civilidad y respeto por la democracia a toda la región.

Aunque los motivos eran muchos —desabastecimiento de alimentos y medicinas, inseguridad, inflación, devaluación, corrupción, ineficiencia, narcotráfico y un largo etcétera—, el florero de Llorente es la actitud gubernamental frente al referendo revocatorio. Las elecciones parlamentarias del año pasado le dieron a la oposición el control de las dos terceras partes de la Asamblea Nacional. Y ahí fue Troya. Con ese resultado y con un pueblo “resteado” en su apuesta por la salida del actual presidente, mediante el procedimiento constitucional del revocatorio, están encendidas todas las alarmas en el Palacio de Miraflores.

El régimen ha utilizado todas las argucias y golpes bajos que les impidan a los opositores ir a las urnas antes del 10 de enero de 2017. Maduro ha aprovechado la sumisión a la que tiene sometidos al Tribunal Supremo de Justicia, al Consejo Nacional Electoral, a las Fuerzas Armadas y a los poderes morales del Estado para dilatar el camino al revocatorio. Desde el encarcelamiento ilegal —o la amenaza de hacerlo contra líderes y militantes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD)— hasta el bloqueo a las decisiones y el presupuesto de la Asamblea Nacional. De esta manera, lo que debería ser un proceso con unos plazos claramente definidos y etapas que se van quemando para pasar a la siguiente, lo que ha vivido la oposición es algo kafkiano. En este momento, y como están las cosas, todavía existe una posibilidad de recoger el 20 % de las firmas necesarias para su realización, cerca de cuatro millones. Sin embargo, el CNE se niega a dar la fecha de inicio del procedimiento y, lo que es peor, cuánto se demoraría en validar las firmas recogidas. Si para el primer paso, que fue recoger el 1 %, se demoró más de dos meses en auditarlas, no se necesita ser experto en matemáticas para imaginar lo que seguiría.

Lo único que ha logrado mover las cosas ha sido la acción internacional. La mayoría de los países de la región, sin embargo, ha actuado de manera vergonzante, con excesiva prudencia frente a Caracas. Además del inédito ejemplo del secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien en buena hora puso el tema sobre la mesa desde el año pasado, la firme posición de Paraguay, así como los recientes pronunciamientos de Brasil y Argentina dentro de Mercosur, no es mucho más lo que se puede decir al respecto. La actuación de Unasur, como lo mencionamos días atrás, ha sido lamentable. Su secretario ejecutivo, Ernesto Samper, nombró a tres reconocidos expresidentes para que motivaran un diálogo entre las partes. Un loable esfuerzo. Sin embargo, atendiendo a su cercanía con Nicolás Maduro, el expresidente colombiano y sus enviados no lograron generar confianza dentro de la MUD. Su evidente parcialidad hacia el Gobierno los inhabilitó desde el primer momento para obtener algún resultado positivo.

Ante el reciente éxito, la oposición ha decidido continuar con las acciones de calle pacíficas y dentro del marco democrático para exigir la realización del revocatorio este año. De esta manera dejan sin piso la diatriba oficial, según la cual la MUD sólo busca propiciar un golpe de Estado. La marcha del jueves demostró todo lo contario. Lo siguiente será repetir la toma de la capital, esta vez el próximo miércoles, y en todo el país. De esta manera, y atendiendo la letra del himno nacional venezolano, los ciudadanos del país vecino podrán cantar a voz en cuello: “Y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio”.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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