Las anomalías de temperatura que se presentan en este momento en el océano Pacífico son señales que, sumadas a las proyecciones de los modelos de los centros de estudio del clima, demandan medidas urgentes de prevención y adaptación. El clima electoral y el Mundial de Fútbol opacaron esta amenaza, frente a la cual, como hemos insistido, es preciso actuar, desde la Presidencia, para evitar muchos desastres.
El análisis de los escenarios climáticos a escala planetaria es materia muy compleja que exige un estudio cuidadoso y la observación de múltiples variables de la relación océano-atmósfera. Los impactos y efectos de El Niño en nuestro territorio no siempre son proporcionales a su intensidad ni afectan de la misma manera a todas las regiones.
Algunas entidades nacionales e internacionales tienen la costumbre de ser cautelosas en el manejo de la información. También es frecuente que algunos gobiernos sean más reservados que otros y prefieran ser “prudentes” e incluso guardar silencio frente a estas situaciones para no causar “especulación y pánico” en la economía y la población. Hoy, la responsabilidad de las autoridades debe asumirse de manera distinta, a la luz de los nuevos escenarios del conocimiento, que hacen cada vez más evidente que el acceso a la información es un derecho de la sociedad y suministrarla oportunamente es un deber de las instituciones.
Pero las autoridades no solamente deben informar por el derecho que tiene la sociedad, sino porque una población informada debidamente participará de mejor manera en las actividades de prevención y adaptación ante los efectos nocivos de un evento extremo, como los que produce el fenómeno de El Niño.
Todo el Sistema Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, con especial apoyo del Ideam, Minambiente y el Sistema Nacional Ambiental (SINA), debe tener dispuestas las medidas y planes de contingencia con suficiente tiempo y de manera independiente del pronóstico y las condiciones climáticas del momento.
Es urgente trabajar bajo el principio de precaución y activar los mecanismos de prevención para mitigar los efectos e impactos de El Niño en nuestro territorio, especialmente los derivados del desabastecimiento de alimentos y de agua, los incendios forestales, las enfermedades y el suministro de energía que debe asegurarse, así los embalses den actualmente señales de recuperación. Muchos municipios pueden sufrir por falta de agua.
El país necesita estar educado y preparado para estas situaciones. Las instituciones, la población y los sectores productivos deben adaptar sus hábitos y comportamientos a un clima cambiante con eventos extremos recurrentes. Es preciso que el Fondo de Adaptación y el Conpes tomen medidas efectivas para el manejo de estos escenarios naturales de la vida nacional.