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La esquizofrenia del conflicto

Esa es la esquizofrenia de los actores del conflicto: ver lógica allí donde hay muertes sin justificación

El Espectador
29 de octubre de 2015 - 02:00 a. m.
Foto: Archivo EFE
Foto: Archivo EFE

No hay lógica posible detrás del ataque del Eln. Su masacre a 12 uniformados en Güicán (Boyacá) y el secuestro de dos soldados —Andrés Felipe Pérez y Antonio Rodríguez Clayder— desentonan con los esfuerzos de paz que se adelantan en el país y serán, esperamos, el último coletazo de un conflicto armado que agoniza.

Es cruel leer el comunicado que publicó el Eln. Según ellos, lo ocurrido “no contradice nuestro anhelo de paz, sino que corresponde al contexto de guerra que vive Colombia”. Esa es la esquizofrenia de los actores del conflicto: ver lógica allí donde hay muertes sin justificación. ¿También era necesario plantar minas antipersonales alrededor de los cadáveres de los 12 uniformados asesinados?

Se celebra con extrema cautela, por lo menos, que el comunicado termine reiterando la disposición de “pactar un cese bilateral de fuegos”. Así no se hace, pero en algo sí tienen razón: esto tiene que terminar ya.

La condición es clara: devuelvan los soldados cuanto antes. Sólo así se pueden continuar los acercamientos con el Eln.

No se puede desaprovechar el contexto nacional e internacional. Este es el mejor momento histórico para acabar los conflictos con las Farc y el Eln. ¿Por qué es importante no dejar al Eln por fuera? Esta guerrilla, según el informe Una sociedad secuestrada, del Centro de Memoria Histórica, ha sido responsable de por lo menos 3.000 secuestros desde 1970. Apenas superada por las Farc. En el informe se denuncia que ese grupo armado ilegal contaba con por lo menos seis estructuras dedicadas a realizar secuestros en siete departamentos (Antioquia, Cesar, Santander y Norte de Santander concentran el 55 % de los casos) y fue el primero en plagiar extranjeros. Y ahí siguen, en su lógica perversa.

Contrasta mucho con esta situación el anuncio que el presidente, Juan Manuel Santos, dio el miércoles: “El comandante de las Farc —dijo el presidente— mencionó que por qué no darle un buen regalo de Navidad al país y, como dicen, le ‘cojo la caña’: hagamos ese esfuerzo para que de aquí al 31 de diciembre podamos terminar el punto cinco, el del fin del conflicto, y así poder decretar un cese al fuego bilateral, verificado, internacionalmente, a partir del primero de enero”. ¿Cómo no ilusionarse con empezar un 2016 sin ataques armados por parte de las Farc?

A ese bus de cero violencia debería sumarse el Eln. Esta coyuntura, que pone a temblar los diálogos exploratorios, debe desencadenar en un aceleramiento de las conversaciones y causar que los acuerdos se alcancen con prontitud. No hay de otra.

Este país ya está exhausto de levantarse con noticias como la de Güicán. Las familias ya no quieren sufrir más. Seguir sumando víctimas a la enorme lista de dolientes no tiene ningún sentido. No es válido excusarse en el “contexto”, palabra perversa para disfrazar la violencia irracional.

Por favor, señores del Eln, no desaprovechen la voluntad del Ejecutivo. Apostémosle a un 2016 con una nueva Colombia. Ya es hora.


¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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