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Inírida: superada la duda, vienen los desafíos

Finalmente el Gobierno Nacional se decidió a declarar la llamada “Estrella fluvial de Inírida” como el sexto sitio Ramsar del país, y quedaron así disipadas las dudas sobre la injerencia del sector minero en las decisiones dirigidas a proteger lo más preciado del patrimonio natural nacional. Declaratoria que, además, honra los compromisos con la Convención Internacional Relativa a Humedales de Importancia Internacional.

El Espectador
12 de julio de 2014 - 03:02 a. m.

Pocos colombianos conocen este lugar, y ese es el primero de los muchos retos a futuro con esta declaratoria: hacer de este un sitio verdaderamente apreciado por todos los colombianos y por los visitantes nacionales y extranjeros. El sonoro nombre Inírida hace referencia a la emblemática flor y al espléndido río de aguas oscuras que nace en las selvas del Guaviare, hábitat de gran diversidad de peces, entre ellos los que desde hace tiempo demandan los acuarófilos. Son joyas de la naturaleza colombiana, en miles de hogares del mundo.

El segundo gran reto es que el uso adecuado de estos territorios represente un verdadero motor de bienestar para sus habitantes. ¿Por qué no pensar en el valor de este hermoso territorio como epicentro global de un turismo de naturaleza, comprometido con su cuidado y el bienestar de la población adaptada al sistema ecológico?

Además del Inírida, confluyen en este territorio los ríos Guaviare, que viene de los Andes; el gran Orinoco, que fluye del territorio silvestre en el corazón de la selva entre Brasil y Venezuela, y el singular Atabapo, hoy por desgracia atacado por la minería ilegal. Este es el tercer gran reto: que la declaración del sitio Ramsar signifique realmente un aumento de la presencia del Estado para evitar un daño irreversible.

El conjunto de ríos de gran heterogeneidad, ese mosaico de selvas de muchos tipos y sabanas, una de las mayores extensiones del país de selvas inundables llamadas de igapós, por ser de aguas oscuras selváticas, salpicadas de impresionantes monolitos que conforman montañas islas, hacen del Inírida uno de los sitios más espectaculares de la naturaleza colombiana. Territorio de varios pueblos indígenas, que mantienen viva una cultura viva adaptada al sistema ecológico. El cuarto reto es, pues, el de la gobernanza, que no es otra cosa que el involucramiento efectivo y legítimo de la población en las decisiones que comprometen el futuro de este territorio.

Merece reconocimiento el Gobierno Nacional por no haber dejado en el vacío esta vieja aspiración. Felicitaciones además a WWF Colombia, entidad promotora, y a todas las organizaciones que respaldaron esta decisión. Que no es la creación de otra área protegida en el sentido de las que conforman el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, sino la aplicación de un régimen de protección especial para mantener su carácter ecológico y el uso racional de sus recursos, adscrito a un acuerdo internacional que, según el Plan de Desarrollo vigente, implica la exclusión de la gran minería, pero no de otros usos compatibles.

La participación de las organizaciones sociales es esencial para la protección de estas áreas tan especiales. De donde nace el quinto reto: complementar la política de conservación con la participación más efectiva de los sectores involucrados. Colombia es un país de oportunidades para practicar todas las formas de hacer conservación.

Bienvenido entonces el nuevo sitio Ramsar. Pero la celebración no será completa si no se actúa en consecuencia con lo que implica esta importante decisión.

Por El Espectador

 

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