Por otro lado, la coyuntura del país nos lleva a preguntarnos: ¿cuál será el rol de los medios de comunicación en la implementación de un eventual acuerdo de paz?
Los negociadores de ambas partes ya han propuesto unas ideas. El acuerdo parcial sobre participación política entre el Gobierno colombiano y las Farc establece que los medios de comunicación institucionales, regionales y comunitarios tendrán un rol importante en la promoción de la cultura de paz y la participación ciudadana. Para esto, el Gobierno se compromete, entre otras cosas, a abrir convocatorias de licencias, promover medidas de capacitación, financiar la producción de contenidos y abrir espacios en emisoras y canales.
Estas propuestas deben ser vistas como una hoja de ruta para discutir el rol que deben cumplir los medios de comunicación en un eventual escenario de posconflicto. Son iniciativas valiosas que no pueden echarse en saco roto. La prensa ha tenido un rol fundamental para que varios procesos de paz en el mundo fueran exitosos. La reconciliación implica que entrarán nuevas voces al escenario público y tiene que haber garantías y recursos suficientes para que puedan ser escuchadas. Además, el camino debe estar despejado para que las historias que no han sido contadas sobre el conflicto puedan llegar al público que no las ha recibido durante tantos años de guerra.
Pero hay que tener cuidado, tales ideas no pueden ser vistas como un permiso para imponer contenidos. Quien busque hacer esto, estaría yendo en contra de las garantías con las que han contado los medios de comunicación gracias a la Constitución de 1991. Todavía estamos a tiempo para discutir en qué se traducirán esas ideas que vienen desde La Habana y buscar la mejor forma para que no sean una traba a la libertad de expresión y al mismo tiempo cumplan ese fin tan importante de incluir a los medios de comunicación en la construcción de paz.
Es un momento crucial para detenernos por unos segundos en la cuenta de muertos, amenazas, secuestros e intimidaciones contra la prensa en el marco del conflicto. El acuerdo de paz no hará que estos hechos se detengan, pero sirve para preguntarnos cuál fue el daño que se ha causado a la libertad de expresión con esos ataques al periodismo durante la guerra y cuál es la forma de reparar lo sucedido para que los medios formen parte de este proceso tan importante para la sociedad. El principal efecto de estos hechos de violencia ha sido la autocensura, pues muchos han preferido dejar de contar las historias para evitar ser agredidos. Esto es aún más fuerte en las zonas de conflicto, donde, en muchos casos, no hay medios noticiosos y las emisoras han preferido sólo transmitir música. Algunos de esos lugares serán conocidos durante el eventual acuerdo de paz como circunscripciones especiales de paz, donde las condiciones para las elecciones locales serán diferentes. ¿Qué mejor forma para lograr que estos laboratorios sean exitosos que contar con una prensa libre y revitalizada en la región?
La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) ha sido consciente del desafío que representan estos puntos de los acuerdos parciales entre el Gobierno y las Farc. Por esta razón ha organizado un gran foro internacional, que tendrá lugar el 6, 7 y 8 de mayo, en el que participarán expertos en medios de comunicación y en paz de varias partes del mundo. Este espacio debe ser tomado como un punto de partida para que el debate sobre el rol de los medios en la construcción de paz no quede en el tintero y tenga resultados valiosos para el país y respetuosos de la Constitución.
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