Más altura, por favor

Algunos de los principales líderes de este país, muchos de ellos aspirantes a cargos públicos para las elecciones del próximo año, andan en plan de chistosos.

El Espectador
26 de septiembre de 2013 - 10:44 p. m.

De irreverentes. De ver cómo, a punta de insultos entre ellos, es que lograrán algún caudal electoral y convencerán a la gente. Ese no es el camino que esperamos para una democracia que busca fortalecerse. Ojalá eso también lo vean los ojos de los electores y no se queden fascinados en el sofisma del chisme y el divertimento maldiciente. No es posible tener conductas como estas, sin reacción alguna por parte de la ciudadanía. Son censurables, por decir lo menos.

Hace poco, desde este mismo espacio, decíamos que la inclusión del Centro Democrático en el espectro político resultaría útil en términos de definir ideologías: un partido de derechas, encabezado por un líder natural, como lo es el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Sería refrescante, argumentábamos, porque los partidos podrían dejar de parecerse tanto unos a otros y generar la controversia que alimenta a una democracia. Sean cuales fueren los argumentos de cada quien.

Es indudable que el Centro Democrático reavivó la política, haciendo que antiguos líderes de otras colectividades volvieran al ruedo para hacerle contrapeso. Y si bien nos hemos quejado de esta poca renovación en el frente (inconsecuente con la insatisfacción social), también hemos dicho que esto puede devolverle algo del prestigio perdido a la política electoral.

¿Nos equivocamos? Porque controversia sí ha habido, por supuesto, pero está mucho más marcada por los insultos sueltos que por el choque de ideas, que es lo que esperaríamos.

El protagonista de todo esto en los últimos días, o por lo menos en quien confluye la problemática, ha sido el cuestionado asesor del expresidente Álvaro Uribe durante su mandato, José Obdulio Gaviria (JOG), hoy noveno en la lista para el Senado por el Centro Democrático. No vamos a caer en la tentación de traer a estar páginas los improperios que ha venido lanzando ese personaje contra quien se atreva a cuestionarlo o a pedir explicaciones sobre lo mucho que de él se ha dicho. Que la carta de presentación de un aspirante a representar a los ciudadanos en el Congreso de la República sea el insulto ramplón y el rumor sinuoso, resulta lamentable.

En JOG, por lo que ha sido su vida pública, esa actitud es apenas esperable, natural. Lo que no lo es, es que haya impuesto el tono al debate electoral que se inicia y que por ese mismo camino se hayan ido tantos líderes que lo que deberían ser es ejemplos de ecuanimidad y rigor. Pues cierto es que tampoco han sido amables ni rigurosos los ataques que se le han lanzado a JOG por su aparición en la lista.

Ha sido valiente, entonces, el precandidato del mismo Centro Democrático Óscar Iván Zuluaga en enfrentarse a su copartidario y pedirle que no manche la política y, sobre todo, a ese naciente partido. Y ha hecho bien el expresidente Uribe en, por esta vez al menos, no aplaudir la oscura intrepidez de su escudero y ordenarle a JOG que “debe ofrecer disculpas a la ciudadanía por el vocabulario utilizado”. Lástima, eso sí, que lo haya hecho apenas dos días después de que el propio expresidente hubiera entrado en el mismo juego con rumores de alicoramiento e insultos de parte del presidente de la Fundación Buen Gobierno.

Señores: no más, por favor. Esta no es la política preelectoral que el país merece. Un poco más de altura en las palabras (y sobre todo en los temas de discusión) no estaría de más.

Por El Espectador

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