Por fin la Corte Constitucional tiene tres magistradas

¿No sería apropiado que el tribunal encargado de interpretar la Carta sea una representación de la pluralidad de Colombia? / Foto: Archivo

La elección de Diana Fajardo a la Corte Constitucional, más allá de la polémica alrededor de los comentarios desafortunados del senador Armando Benedetti para sustentar su apoyo, es histórica por un hecho que no puede pasar inadvertido: por primera vez, el alto tribunal contará con tres magistradas titulares. Es un avance, pero queda la pregunta: de los nueve togados que integran la Corte, ¿por qué tan pocas son mujeres?

Fajardo acompañará a la recién elegida Cristina Pardo Schlesinger y a la magistrada Gloria Stella Ortiz, quien está en la Corte desde el 2014. Nunca antes habían coincidido tantas mujeres entre los magistrados del tribunal encargado de interpretar la Constitución. Más allá de sus posiciones ideológicas (a grandes rasgos, Fajardo y Ortiz son de corriente liberal, Pardo es conservadora), es de celebrar que se reduzca la brecha de género en la Corte. Es un avance significativo.

Es paradójico, no obstante, que el tribunal encargado de resguardar e interpretar una de las cartas políticas más progresistas del mundo, y sin duda la más incluyente en la historia del país, haya tenido tan poca diversidad entre sus magistrados. Con las tres magistradas titulares que mencionamos, en toda su historia la Corte solo ha tenido cinco mujeres en el cargo. Clara Inés Vargas, quien fue la primera mujer en llegar al tribunal, lo hizo apenas en el 2001. María Victoria Calle fue la segunda y llegó ocho años después.

La pregunta por la representación no es menor. Una de las principales promesas de la Constitución de 1991, y que ha sido materializada en múltiples maneras por las sentencias de la Corte Constitucional, es reconocer que Colombia es el hogar de diversas visiones, historias y contextos; que somos un país plural. ¿No sería apropiado, entonces, que el tribunal encargado de interpretar la Carta sea también una representación de ese país diverso?

Dicho lo anterior, es importante hacer varias salvedades. Pese a la falta de representación, y contadas algunas lamentables excepciones, la Corte Constitucional ha estado a la altura del reto que le impuso la Constitución y ha liderado el reconocimiento de la pluralidad nacional. Además, no es el único espacio del Estado que tiene problemas de representación de las mujeres: lo mismo ocurre dentro de todas las ramas del poder público. Y ni hablar cuando expandimos el rasero para preguntarnos por la representación, por ejemplo, de personas de origen afro o indígenas.

No obstante, hay que aprovechar el impulso actual para seguir pidiendo una Corte mucho más diversa, con más mujeres y personas que vengan de contextos distintos, que traigan con ellos las voces del país que es muchas veces marginado.

Finalmente, nos preocupa que la elección de Fajardo se haya visto empantanada por la estrategia empleada por el senador Armando Benedetti para apoyarla. “Si no se elige a la doctora Diana Fajardo, las Farc se van a tener que parar de la mesa porque el Estado les incumplió”, dijo el parlamentario. Una vez más el discurso de la paz formulado como una amenaza. Desde entonces, no han faltado las voces en la oposición que aprovechan para tildar a la nueva magistrada de tener relación con las Farc, ignorando por completo su carrera profesional y buscando deslegitimar sus decisiones.

Esa situación no sólo es profundamente injusta, sino que continúa con la práctica, dañina para el país, de atacar a las instituciones con fines políticos. Invitamos a los congresistas propaz a que dejen de instrumentalizarla de manera irresponsable, y a la oposición a que, por favor, actúe con más sensatez y respeto. Todos necesitamos una Corte Constitucional independiente.

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