¿Por qué obstaculizar la reincorporación?

Está programado para hoy en el Congreso de la República el último debate, dentro del trámite fast-track de la normativa que busca implementar el punto sobre reincorporación a la vida política de las Farc. Aunque son entendibles los reparos de algunos congresistas, obstaculizar la aprobación de la regulación sería una medida errada, no sólo por sus implicaciones para el proceso de paz, sino porque al futuro de Colombia le conviene que la guerrilla pueda hacer política sin armas.

El Espectador
26 de abril de 2017 - 02:30 a. m.

Pese a las voces que lo niegan, la realidad es que las Farc nacieron y han existido con intenciones políticas. Lo grave es que su participación en el debate nacional ha sido a través de la violencia: asesinato y amenazas a líderes sociales, alianzas con narcotraficantes, implementación de paraestados allí donde el Gobierno nunca ha podido controlar el monopolio de la fuerza. También han representado un problema para la izquierda que sí ha apostado por la institucionalidad, pues cargan el lastre de los prejuicios que asocian su ideología con la guerrilla.

Por eso, no deja de ser una subversión del orden de las cosas que ha regido el país desde hace varias décadas que ahora deban abandonar las armas y tomarse los micrófonos si quieren tener algún tipo de influencia. Cualquier persona, por más que deteste las ideas que han servido de bandera a las Farc (su apoyo reciente a la situación en Venezuela es tal vez el ejemplo más claro de la desconexión que tienen con la abrumadora mayoría de los colombianos), debe poder ver los beneficios de que se sometan a las mismas reglas de todos los demás partidos.

Como lo dijo hace poco sobre el tema el senador Armando Benedetti, “no hay nada más positivo para el país que las Farc dejen las armas... para eso se hizo el proceso de paz”.

Por supuesto, este tema fue uno de los más delicados en la mesa de negociación y algunas concesiones debían darse. Por eso tendrán cinco curules en el Senado y cinco en la Cámara de Representantes por un tiempo finito. Éstas, por cierto, serán adicionales a las ya existentes, por lo que no les quitarán espacio a otras fuerzas minoritarias.

También se ha criticado la financiación adicional (y provisional) que recibirá el partido de las Farc. No puede entenderse que esto, como se ha sugerido, es una remuneración por su actuar pasado. Es sólo el necesario reconocimiento de que garantizar la supervivencia de un movimiento político, y más con la herencia que cargarán encima los exmiembros de la guerrilla, necesita de alguna estabilidad al principio.

Sí, este es un sapo de esos que el presidente mencionó a lo largo de los años. Pero es uno necesario y no inusual. En Colombia, en casos como el del Epl, el Quintín Lame y el Partido Revolucionario de los Trabajadores, se tomaron medidas para garantizar su participación política. A nivel internacional, además, hay múltiples ejemplos sobre la importancia de darles verdadera viabilidad política a los desmovilizados.

La fórmula es sencilla: nada pierde Colombia con una democracia donde haya más voces de orígenes diversos y donde todas rechacen, en conjunto y para siempre, el uso de las armas en la política. Como dijo el senador: para eso se hizo el proceso de paz.

 

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Por El Espectador

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