Santurbán, ¿razones para celebrar?

El día martes de esta semana fue declarado, por fin, el Parque Natural Regional Páramo de Santurbán.

El Espectador
10 de enero de 2013 - 06:00 p. m.

La declaración, anunciada por el ministro del Medio Ambiente, Juan Gabriel Uribe, y la directora del Instituto Alexander von Humboldt, Brigitte LG Baptiste, implica que 11.700 hectáreas de ese territorio constituirán, de hoy en adelante, un área ambiental protegida. La noticia supone una sorpresa adicional, debido a que lo que pedía el Consejo Directivo de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CMDB) era un área de 10.890 hectáreas. Terminó siendo mucho más, enhorabuena, lo que la declaratoria protege. Un proceso que se demoró poco más de dos años llegó a su fin. Con todo y lo difícil que resulta, por estos días, defender el buen curso del medio ambiente ante las presiones del gran capital.

Se trata de un triunfo singular, sin duda, ya que la protección le ganó esta vez al progreso económico que supone la minería, gracias en buena medida a una fiscalización ciudadana admirable. La dicotomía entre estas dos realidades se abrió en Colombia desde hace relativamente poco y la forma correcta de solucionar este antagonismo es poner a la locomotora sobre un buen par de rieles. Construyendo una barrera impenetrable que no le permita a la minería arrasar con la biodiversidad colombiana. Los rieles, esta vez, impiden que en aras del progreso se pase por encima de la riqueza ecológica de este importante páramo. Es decir, en estas hectáreas será imposible adelantar actividades de explotación y exploración, lo cual preservará el medio ambiente y las fuentes de agua, que son vitales para las comunidades aledañas, así como los bosques y toda la fauna y flora endémicas.

Es una noticia positiva, pero ¿hay razones suficientes para cantar una victoria definitiva? La verdad es que no, por tratarse apenas de un primer paso. Aún queda mucho camino por recorrer. El trabajo de los ambientalistas y las preguntas pertinentes al Gobierno deben empezar a darse hoy mismo. Primero, hay que blindar a la CDMB en las labores de vigilancia y control para los municipios de Vetas, Suratá, California, Matanza y Tona frente a la minería ilegal en la zona. Pero no sólo la ilegal. El Ministerio debe ser inequívoco a la hora de nombrar y excluir los títulos mineros vigentes. ¿Cuáles serán, por ejemplo, las zonas excluidas de la explotación? ¿Cuál será el oro que no podrá sacarse? ¿En qué zonas aledañas no podrán hacerse actividades de explotación minera, por comprometer al páramo y los servicios ambientales que ofrece el ecosistema entero?

Es urgente hacer mucho más específico este mandato, para que en las zonas aledañas al parque natural no haya la más mínima sombra de duda de si se puede o no seguir haciendo minería y, en donde sí, de qué manera. En una declaratoria como esta no se puede tomar al extremo la literalidad de las 11.700 hectáreas. Este es un estimado. Sería absurdo que el límite quedara definido de una forma tan abstracta, faltando, por ejemplo, la altura al nivel del mar a partir de la cual se empieza a contar la línea del páramo. “La estandarización y el protocolo es lo que vamos a trabajar en estos primeros días”, dice el ministro Uribe. Deberá hacerlo a toda marcha para que la realidad no lo arrolle.

La protección del medio ambiente es una cuestión de tacto. De detalles. De no dejar nada sujeto al azar. La protección debe darse como prevención. Esperar la precisión del Gobierno es lo más conveniente en estos momentos. Hay razones para celebrar, ha sido un paso muy importante, pero la batalla por la defensa de esta importante fuente hídrica, forestal y de biodiversidad tiene que continuar, porque todo puede terminar en un acto de buena voluntad y no mucho más.

Por El Espectador

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