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En su justa medida

Sí es buena la noticia que el DANE dio el jueves: la disminución del desempleo en 0,9 puntos porcentuales con respecto al año pasado, alcanzando así el 9% cerrado en este.

El Espectador
02 de noviembre de 2013 - 11:00 p. m.

El director de esa entidad, Mauricio Perfetti, dijo que esta era la cifra más baja en los últimos 12 años del período evaluado. Nada le ha ganado aún al 8,9% que se presentó en octubre del año pasado. Hay un mejoramiento que es evidente e innegable.

Siempre, sin embargo, hay que ver los datos de disminución del desempleo con lupa para no caer así en juicios erróneos, ni en entusiasmos excesivos que ayudan a distorsionar la realidad: bien puede disminuir bastante la desocupación, pero incrementando a su paso —y sin que se anuncie con tanto bombo— la informalidad en las tasas de ocupación. Y esto es inaceptable dentro de un Estado social de derecho que tenga por meta algunos lineamientos inscritos en la Constitución y emanados de tratados internacionales.

O bien puede suceder que el panorama cambie por períodos en los que se necesita más fuerza laboral en algunos sectores (mucha de ella, también, concebida informalmente y por un tiempo corto), pero no de forma estructural o uniforme. Las cosas bien podrían seguir igual sin que nos diéramos cuenta.

Lo cierto es que para esta ocasión el subempleo bajó del 32% al 28,9%. Dicho esto en términos llanos, del total de empleos generados en Colombia entre octubre de 2012 y septiembre pasado, la mitad son formales. El mejoramiento, de nuevo, es indudable. Todo esto dentro de un panorama en que la tasa global de participación (una medida que surge entre la población económicamente activa y la que está en capacidad de trabajar) se mantuvo prácticamente igual, lo cual hace más difícil que el empleo se incremente. Pero lo hizo.

En este panorama del trabajo, sin embargo, aún hace falta mucho. Es por eso que la celebración nos la guardaremos para después. Los cuestionamientos que se pueden hacer a esta altura son más que todo sectoriales.

El de la industria viene cayendo de una forma dramática: este período se mantuvo en 2,7%. En el agro la población inactiva aumentó en 142.000 personas. En Bogotá, de donde salen varios empleos, el sector de la construcción ha caído en un 6,1%. El empleo doméstico cayó 3,8% y el campo de los patronos o empleadores bajó 4,9%. El mayor crecimiento en el enganche laboral, de hecho, lo registró nadie menos que el Gobierno.

Eso en cuanto a los sectores. Pero hay más de donde sacar información. Geográficamente hablando, hay regiones que siguen sufriendo los estragos del abandono estatal, al no lograr salir de la trampa que desde el centro llaman “la periferia”: Quibdó sigue en el último lugar con el mayor desempleo (18,3%) y luego viene Armenia (14,6%), a la que sigue Cúcuta (14,3%).

Es por todo esto, ya visto en su conjunto, que hay que tomar las buenas noticias que nos anunciaron la semana pasada con la prudencia que merecen. Mucho más, hay que dejarlo claro, antes de las elecciones que se vienen para el otro año.

No sobra decir, tampoco, lo que uno de los expertos consultados por este diario nos recordó: muchas de estas cifras son variables con el tiempo y obedecen a factores que ni siquiera el Ejecutivo mismo tiene claros. El momento es favorable para el Gobierno, pero puede ser bastante circunstancial. O, de no ser así y si todo esto depende de una política macroeconómica enfocada al pleno empleo, pues que salga el Gobierno y la explique.

De nuevo recibimos de forma positiva estas buenas noticias. Pero estamos lejos de celebrar.

Por El Espectador

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