Transparencia en las universidades

El Espectador
10 de abril de 2018 - 04:15 a. m.
También es necesaria la creación de una Superintendencia de Educación que despolitice la función de vigilancia de estas entidades y divulgue toda la información relacionada con sanciones y quejas. Es inaceptable que los estudiantes del país no cuenten con todos los insumos para decidir en dónde matricularse y cómo se administran sus centros educativos. / Foto: Getty Images
También es necesaria la creación de una Superintendencia de Educación que despolitice la función de vigilancia de estas entidades y divulgue toda la información relacionada con sanciones y quejas. Es inaceptable que los estudiantes del país no cuenten con todos los insumos para decidir en dónde matricularse y cómo se administran sus centros educativos. / Foto: Getty Images

Las universidades del país, tanto públicas o privadas, deberían rendir cuentas de manera transparente y abierta al público. También es necesaria la creación de una Superintendencia de Educación que despolitice la función de vigilancia de estas entidades y divulgue toda la información relacionada con sanciones y quejas. Es inaceptable que los estudiantes del país no cuenten con todos los insumos para decidir en dónde matricularse y cómo se administran los centros educativos a los que pertenecen.

Como contó El Espectador el pasado domingo, el Ministerio de Educación está adelantando múltiples investigaciones sobre 30 universidades en todo el país. Los motivos son quejas por irregularidades de todo tipo, desde corrupción en la burocracia administrativa hasta serias deficiencias en la prestación del servicio educativo. Sufren los maestros, a quienes les incumplen el pago de sus sueldos o les toca cubrir cursos con muchos alumnos sin remuneraciones justas; y sufren los estudiantes, que reciben educación de baja calidad y, en los peores casos, ven cómo la reputación de los centros educativos se desploma, dejándolos con un diploma que no reconocen en el espacio laboral.

Desde el 2011, 63 instituciones de educación superior han sido sancionadas. El caso reciente más sonado ha sido la Universidad Autónoma del Caribe, donde, según información publicada en medios, parece que el rector recibía de la nómina de la universidad un salario de $95 millones y una bonificación de $69 millones mensuales como auxilio de seguridad, mientras que los docentes llevaban meses sin recibir sus sueldos. Esto no puede seguir ocurriendo.

Uno de los problemas es la falta de transparencia. El Ministerio de Educación no hace públicas sus investigaciones. Cuando hay sanciones, también es muy complicado que los estudiantes conozcan por qué están castigando a su centro educativo, lo que se presta para manipulaciones.

Necesitamos muchísima más transparencia. Las universidades deben quitarse el miedo a recibir mala publicidad y adoptar la práctica de rendir cuentas públicas de manera periódica y esta información debe recopilarse y presentarse para que sea de fácil consulta. ¿Por qué no crear un observatorio dentro del Mineducación al cual los estudiantes puedan asistir para recibir toda la información sobre las universidades? El desequilibrio de poder actual que genera la falta de transparencia permite muchos abusos y afecta a demasiados colombianos.

Pero eso no es suficiente. Estamos de acuerdo con la propuesta de crear la Superintendencia de Educación, independiente del Ministerio y cuyo propósito sea llevar a cabo procesos públicos de recepción de quejas, investigación y sanción. No podemos seguir haciéndonos los de la vista gorda ante un problema tan grande y constante.

Por supuesto que la autonomía universitaria es un pilar esencial de nuestro sistema educativo que debe ser protegido. Sin embargo, no puede servir como excusa para el tipo de atropellos que estamos viendo. Puede haber vigilancia y regulación, que además es un empoderamiento de los estudiantes y los alumnos, sin vulnerar el derecho de independencia educativa. Invitamos a los rectores del país a que lideren este debate y reconozcan que es momento de crear un sistema de responsabilidad que funcione.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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