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Tres esfuerzos

A lo largo de varios años, este espacio ha dicho, así sea de manera indirecta, que nuestro país no se caracteriza por la planeación a largo plazo: muchas son las evidencias que comprueban la teoría, aplicable, por demás, a varias políticas públicas que se implementan en Colombia.

El Espectador
01 de febrero de 2015 - 03:00 a. m.

Esa falta de planeación a largo plazo es, entre otras muchas razones, lo que nos impide avanzar a pasos grandes como sociedad moderna: lo que nos conmina a subsistir en un estado de eterno presente, de estancamiento.

Tres son los esfuerzos que se nos han asomado esta semana, acometidos por el Estado colombiano (puede que en este Gobierno, puede que en el anterior), que coinciden en esto de la falta de planeación. Cosa que choca con otras características comunes a los tres proyectos: son revolucionarios, necesarios, podrían conducir a un país mejor, la gente los pide, la sociedad los necesita...

Primer esfuerzo: el túnel de La Línea, probablemente la obra de infraestructura más importante y esperada de este país, que permitiría conectar de manera menos tortuosa el principal puerto del país con el centro, con la capital. Nos informó la ministra de Transporte, Natalia Abello, que no es poco lo que falta para finalizar la obra: el avance llega al 75%. Dicho en números más fáciles de entender, la obra podría demorar seis años más. Faltan varias cosas: excavación, pavimentación, puentes, viaductos. Todo esto costará un precio estimado de $400.000 millones adicionales. La obra, ha dicho el constructor a quien se le declaró la caducidad del contrato por repetidos incumplimientos, estaba para terminar en un precipicio. Vaya visión.

Segundo esfuerzo: “Es tiempo de volver”, un programa diseñado por Colciencias que busca incentivar a los cerebros fugados de Colombia para que vuelvan a su país y apliquen sus conocimientos en ciencia o técnica en universidades o empresas de acá. Algo que, sin duda, hace falta a nuestro desarrollo. De los 140 seleccionados, 64 están en proceso de contratación y algunos ya trabajando. Nueve entidades responsables de la contratación de 53 doctores están finalizando el proceso contractual con Colciencias. Otros 23 están etiquetados bajo la antipática frase de “casos por resolver”. Terminó la cosa, entonces, en un lío burocrático. Algunos, entrevistados por este diario, confesaron que querían devolverse porque aún no tenían contrato.

Tercer esfuerzo: “Ser pilo paga”, una iniciativa del Ministerio de Educación para otorgar becas completas (siempre y cuando el estudiante acabe la carrera) a los mejores 10.080 bachilleres excepcionales que no cuentan con los recursos para pagar una universidad de calidad. Un experimento que abre el camino para una verdadera revolución educativa, donde haya espacios de cohesión social que ayuden a aliviar la desigualdad. Sin embargo, ya oímos los primeros testimonios de algunos estudiantes diciendo que, al parecer, recibirán apenas el 16 de febrero la tarjeta débito con el auxilio para su manutención. ¿Y mientras tanto? ¿No debían darles eso antes incluso de iniciar clases siendo, como son, familias sin capacidad de financiar un mes de estudio y sustento?

Tres ejemplos similares de magníficas ideas que se pueden deshacer por detalles de planificación. De falta de previsión. Bastante difícil resulta construir un país cuando no se tiene un plan de acción concreto que se salte las eventualidades más previsibles. Claro que el camino de estos tres esfuerzos puede (y debe) corregirse, pero algo tiene que cambiar en las instituciones colombianas para que estos episodios no tengan cabida en el futuro.

 

*¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com 

 

 

Por El Espectador

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