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Un congreso importante

Se reúne a partir de hoy el LXXX Congreso Nacional de Cafeteros, con delegados elegidos de todas las regiones cafeteras del país. Se trata sin duda de una reunión crucial para este importante sector, que reviste una importancia para el país que va más allá del negocio cafetero.

El Espectador
03 de diciembre de 2014 - 04:00 a. m.

Desde la perspectiva de la representatividad, quienes asisten al congreso ostentan una legitimidad que ningún otro gremio puede reclamar para sí. Los representantes de los cafeteros fueron elegidos con el 67,3% de los votos de los productores, una tasa de participación electoral que envidian las democracias más avanzadas del planeta. Así, quienes toman las decisiones esta semana por los cafeteros pueden reclamar sin objeción alguna que verdaderamente representan a las más de 500 mil familias productoras del país.

Habrá sin duda dos grandes platos fuertes en la agenda del congreso. El primero es definir la agenda de futuro de la caficultura. Sin duda en el marco de las sesiones los delegados deliberarán sobre los nuevos énfasis y prioridades de un negocio que sigue siendo crucial para el tejido social de la Colombia rural. La vasta presencia del café, en más de la mitad de los municipios del país; su importancia en el PIB y el empleo agrícola y su capacidad de contribuir al desarrollo rural hacen de la caficultura un sector crucial para los intereses de Colombia. No es el café otro producto agrícola para Colombia. Es un producto decisivo para el devenir y la calidad de vida no solo de los millones de compatriotas que lo siembran en sus parcelas, sino de aquellos que viven en el campo colombiano y encuentran en la caficultura una fuente de estabilidad.

Se ha anunciado que algunos de los temas a tratar en el marco del nuevo plan estratégico cafetero son tan importantes como la educación y el relevo generacional, la competitividad en costos y en productividad, el cambio climático, las políticas de género y de convivencia, el acceso a la seguridad social de los productores y recolectores, entre muchos otros. Los delegados seguramente también tomarán en cuenta los documentos hasta ahora divulgados tanto de la llamada Misión Cafetera como de la Misión Rural, así como las intervenciones tanto del presidente de la República como de los ministros de Estado y los invitados internacionales de altísimo nivel que atenderán la cita cafetera.

Todos estos insumos serán cruciales para definir los cambios, prioridades y acciones de los próximos cinco años, que incorporan sin duda temas de alto calado y de gran importancia para el desarrollo rural de nuestro país. Prioridades que deben ser definidas por los mismos cafeteros, pues ellos mismos son sin duda los principales actores en la definición de su futuro. Finalmente serán ellos quienes luego volverán a sus fincas y veredas a buscar realizar lo acordado.

El segundo gran tema que se anticipa para el congreso de los cafeteros es la definición de quién liderará este nuevo plan. Aunque se han oído voces de disenso, por lo demás legítimas, sobre el actual gerente general, el doctor Muñoz sigue teniendo el apoyo de buena parte de los congresistas que vendrán a Bogotá, gracias a los resultados que en materia de renovación y reconversión productiva ha demostrado la caficultura en el último año. Ojalá los cafeteros definan rápidamente y en sana democracia quién ha de ser el capitán de su barco para la nueva hoja de ruta que ellos mismos tracen y que se acojan por la vía democrática a lo que dictaminen las mayorías, dejando atrás cualquier tipo de cicatriz. Al acordar una rica agenda de trabajo, implementarla será mucho más difícil sin un líder consolidado que sea rodeado por todo el gremio.

Por El Espectador

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