Un paso tímido pero necesario

Todavía les falta mucho trecho, más aún si de verdad quieren colaborar en los procesos de perdón y reconciliación. Que aprendan del rechazo y los comentarios que surgieron por el tono y las palabras elegidas para pedir “perdón”.

El Espectador
12 de septiembre de 2016 - 08:35 p. m.
La declaración de Iván Márquez es un buen primer -aunque tímido- paso, pero a las Farc les falta mucho si quieren colaborar en el proceso de reconciliación del país.
La declaración de Iván Márquez es un buen primer -aunque tímido- paso, pero a las Farc les falta mucho si quieren colaborar en el proceso de reconciliación del país.

En un video grabado en La Habana, Cuba, alias Iván Márquez, jefe de la delegación negociadora, se sumó “al sentimiento colectivo de contrición” por las “retenciones” que las Farc realizaron a lo largo de su vida guerrillera. Aunque muchos han criticado, con justificación, el lenguaje y el tono empleados por Márquez, que los culpables de por lo menos el 33 % de los secuestros en la historia del conflicto colombiano —según el Centro de Memoria Histórica— digan que jamás lo volverán a hacer y pidan perdón, es un paso tímido pero necesario hacia la construcción de un país sin ese crimen deplorable.

Márquez, en una admisión que contrasta con la actitud agresiva y sin remordimientos de la guerrilla al principio de los diálogos, dijo que “queremos reconocer con sentimiento de humanidad y reconciliación que en el desenvolvimiento del conflicto las Farc también causamos un gran dolor con la retención de personas por razones económicas”, y agregó que “tal conducta, aunque siempre tuvo el propósito de sustentar las necesidades de la rebelión, terminó lacerando entornos familiares”.

Que hayan tardado tanto en reconocer lo que es obvio desde hace mucho tiempo, y uno de los hechos que más rechazo causaron en la población colombiana, habla de la desconexión, por lo menos retórica, que las Farc tienen con la realidad del país y que sólo recientemente han empezado a modificar.

Todavía les falta mucho trecho, más aún si de verdad quieren colaborar en los procesos de perdón y reconciliación. Que aprendan del rechazo y los comentarios que surgieron por el tono y las palabras elegidas para pedir “perdón”.

Primero, las “retenciones” son secuestros, y no utilizar el término es intentar disfrazar, precisamente, esa “laceración” de las familias que ahora reconocen.

Segundo, poco aportan las constantes justificaciones de sus actos. “Pedimos disculpas, pero teníamos que hacerlo” es seguir en la dinámica de no reconocer el terror y el sufrimiento causados. Parte del problema todos estos años fue precisamente la falta de límites a lo que se hacía, y nada excusa esos ataques contra la población.

Tercero, el perdón es más creíble si no se pide de manera indirecta, y menos en un discurso que parece más de campaña que de reconocimiento de atrocidades. En ese sentido, se recibieron mejor las declaraciones de Pablo Catatumbo sobre los diputados del Valle asesinados: “Hoy con humildad sincera hacemos un reconocimiento público y pedimos perdón. Ojalá ustedes nos perdonen”.

Finalmente, y aunque compartimos que, como dijo Márquez, “ha llegado la hora en que todos los involucrados en el conflicto reconozcamos responsabilidades”, el pueblo colombiano y las víctimas vienen pidiéndoles a las Farc que se centren en reconocer y dar explicaciones sobre sus hechos. Esa debería ser su única prioridad. Estar mirando a los lados todo el tiempo vuelve difusos los discursos y les resta fuerza a sus esfuerzos de reconciliación.

Dicho lo anterior, celebramos que uno de los principales perpetradores del secuestro en el país lo rechace y se comprometa a jamás reincidir. Esperamos que el Eln entienda que ese es un paso necesario para cualquier negociación. Y ojalá, por fin, podamos vivir en una Colombia sin secuestrados.

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Por El Espectador

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