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¿Y ahora?

El día martes el Consejo de Estado declaró la nulidad de la elección que dio lugar, hace poco más de un año, al nombramiento de Viviane Morales como fiscal general de la Nación.

El Espectador
29 de febrero de 2012 - 11:00 p. m.

Un balde de agua fría para una gestión que comenzó con impulso, pero que, hay que decirlo, desde hace unos meses había encontrado tropiezos por cuenta de su renovada relación con Carlos Alonso Lucio y los problemas éticos que de allí se desprenden.

Las razones del Consejo de Estado son bastante sencillas: la Corte Suprema de Justicia modificó el reglamento para la elección de la persona ternada, incumpliendo los requisitos exigidos. A saber: debían ser 16 votos positivos (las dos terceras partes de los 23 magistrados) y ella obtuvo 14. ¿Por qué fue elegida? Porque en ese momento se definió que como sólo había 18 magistrados, con 12 o más votos bastaría para que la elección fuera legal.

Al igual que el presidente Juan Manuel Santos, no vamos a cuestionar el fallo. Nos parece razonable que el Consejo de Estado haya decidido de esta manera, así sea por medio de una minucia de forma que, igual, redunda en la utilidad de los mecanismos democráticos. Nos preocupa, sin embargo, el problema de fondo: ¿qué pasa entonces con la Fiscalía? ¿En qué manos quedará? ¿En cuánto tiempo se sabrá quién reemplazará a Viviane Morales? ¿Será la misma Morales reelegida, ahora sí legalmente?

La Corte Suprema de Justicia, a juicio del Consejo de Estado, se equivocó. En su momento, la decisión de alterar el reglamento obedecía a un asunto de emergencia política: la interinidad. Basta con recordar ese período tan largo y vergonzoso, que duró nada menos que 16 meses, en el que no se decidía quién iba a estar a la cabeza del organismo de investigación más importante del Estado. Fue una operación de la Corte que sirvió para salir de ese peligroso lapso en el que podrían elevarse los índices de impunidad de este país y retrasarse las estrategias, las políticas y los enfoques unificados de investigación penal. Una decisión que, sí, fue un alivio, pero que mostró el irresponsable juego político en el que entró la Corte para bloquear las ternas del presidente Uribe.

Pero, ¿y ahora? Esa es la pregunta que debemos hacernos de una vez, antes de que quede en firme y se notifique el fallo. El presidente Santos ha mencionado que cualquier candidato, incluida Morales, podría estar en la nueva terna que se conforme. Debe ser un proceso rápido este de la conformación de una nueva terna, la elección y el regreso de una cabeza a la Fiscalía. Un país como este, de impunidad en sus delitos y de corrupción, merece solucionar esto en tiempo récord.

En principio sonaría como lo menos traumático que Viviane Morales fuera ternada y elegida, lo que ya hoy luce improbable. Pese a las batallas que ha dado —valientes en muchas ocasiones— su relación con Lucio sigue siendo cuestionable. No por razón de su intimidad, que respetamos, ni mucho menos por el machismo que ella arguye, sino por el conflicto de intereses que representa este cuestionado personaje ligado a buena parte de la criminalidad que ella debe investigar. Ésta es una relación inconveniente para Viviane Morales en su labor pública, no en lo privado.

Otra vez Colombia entra en un período de interinidad de la Fiscalía. Esperamos que no revivamos esos terribles errores del pasado, y una terna de técnicos competentes y sin distorsiones ni malas influencias pueda ser postulada para una rápida elección por parte de la Corte Suprema de Justicia. Es la primera vez que se vive un episodio de este estilo bajo la Constitución de 1991 y creemos que el presidente Santos, y luego la Corte, podrían sortearlo jugando con las cartas adecuadas. En el entretanto, que sigan las investigaciones, ojalá con el mismo rigor o más.

Por El Espectador

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