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El adiós del superministro

Ramiro Bejarano Guzmán
07 de junio de 2015 - 02:00 a. m.

¿Cómo le fue finalmente al astuto y calculador Néstor Humberto Martínez como superministro?

A juzgar por las informaciones de El Tiempo, al exmiembro de su junta directiva le fue excelente pues allá creen que hasta hizo milagros, tanto que bien valdría la pena conservar un poco de su sangre para pasearla por el planeta entero como lo están haciendo con la de Juan Pablo II.

La pregunta es pertinente porque hay que evaluar si la tal institución del superministro —que legalmente no existe— metido en todos los ministerios realmente contribuyó al buen gobierno, o si generó más caos. La respuesta no puede darse pensando en favorecer la carrera política de Martínez, o en no mortificar a quien sigue sin aclarar si le gustaría ser o no fiscal, o quedarse dirigiendo la firma de abogados que más factura en el mundo, según también las desinteresadas y faranduleras notas con las que varios medios y comunicadores íntimos del superministro lo vienen despidiendo.

Por lo que se siente, el paso de Néstor Humberto no le permitió al Gobierno ni a él mismo encontrar la coherencia, ni evitar los sobresaltos. El episodio de Martínez, obviamente autorizado por el presidente Santos, presentando una propuesta distinta de la de otros dos ministros sobre temas de justicia, no ha sido el único suceso desafortunado, que a lo mejor tuvo que ver con su salida. Esta semana, para no ir muy lejos, vimos asombrados cómo Santos criticaba la política antidrogas a la que calificó como una bicicleta estática, mientras el general Naranjo, ministro del posconflicto, en tono subido reclamaba la eficacia de la lucha contra las drogas. Y antes habíamos visto a la joven directora del ICBF criticando el proyecto de negociación de penas con abusadores sexuales, que había sido avalado por el ministro de Justicia. ¿Y a todas estas dónde andaba Néstor Humberto ?

La sensación que queda al retiro de Martínez no es, pues, halagüeña, porque problemas que antes no se presentaban, empezaron a suscitarse reiteradamente y en diferentes carteras o sectores del Gobierno. Néstor Humberto es buen trabajador e inteligente, y quienes lo conocemos esperábamos de su superministerio que articulara la desorganizada administración pública, y no solamente que expidiera un superdecreto dizque para acabar con todas las leyes inoficiosas, que nada resolverá y en cambio sí generará muchas inquietudes de interpretación. Si llevaron a Martínez a inaugurar un superministerio de la Presidencia para que trabajara el mamotreto de un decreto inútil, francamente desperdiciaron a un recursivo profesional que habría rendido mejor si se hubiere dedicado a otros menesteres, donde no tuviera el afán ni la necesidad de quedar bien con todos.

Y si el legado de Martínez es haber hablado con el senador Álvaro Uribe Vélez o haberle puesto una palomita en el pecho al intolerante procurador Ordóñez, tampoco hay allí nada para rescatar. En efecto, Uribe no se aproximó a Santos, tampoco cambió de discurso frente al proceso de paz, a duras penas por Twitter agradeció a Martínez el esfuerzo de haberlo oído, no sabemos sobre qué y para qué, porque fue un gesto exclusivamente personal.

Y lo propio puede decirse del procurador quien sigue atravesado al proceso de paz, tanto que critica la comisión de la verdad que no ha empezado siquiera a funcionar, y, además, pretende cogobernar varias tareas, como la reconstrucción de Gramalote, para la cual anunció que cada dos meses hará una revisión de cómo van los trabajos. Lo más seguro es que Ordóñez también esté agradecido personalmente con Martínez, vaya uno a saber por qué, pero me lo imagino.

Hace 15 años Martínez salió corriendo del gobierno de Pastrana huyéndole a una moción de censura que se cocinaba en su contra en el Congreso; hoy lo aplauden en la Cámara de Representantes, donde coincidencialmente su partido, Cambio Radical, en el octavo debate, torpedeó el tribunal de aforados, que tampoco le gusta a Néstor Humberto. El Gobierno tiene que cuidarse de coincidencias parecidas a la hora de la conciliación del equilibrio de poderes.

Adenda. Atroz el secuestro de la pequeña hija del director de la Unidad de Protección.

notasdebuhardilla@hotmail.com

 

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