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El boom sigue vivo

Diego Aristizábal
12 de noviembre de 2012 - 09:13 a. m.

Hace un par de años, en una clase en la que se discutía sobre el boom latinoamericano, alguien afirmó que le parecía importante que la Real Academia Española imprimiera ediciones conmemorativas de “Cien años de soledad” y “La región más transparente”, todavía no se había publicado “La ciudad y los perros”.

Las razones eran muy simples. Además de ser ediciones muy bien hechas, con comentarios pertinentes sobre la obra y a un buen precio, le parecía más que justo imprimir estos clásicos de la literatura latinoamericana para que nuevas generaciones conocieran mejor a sus autores.

A la profesora la palabra “clásicos” le pareció curiosa porque hasta ese momento no había pensado que ese grupo de escritores que leyó en su juventud y vivían aún, fueran catalogados con esa palabra que casi siempre evoca a Homero o a Virgilio y, un poco más acá, a Shakespeare y a Cervantes. No había considerado que estos escritores del boom ya tuvieran el privilegio de ser reconocidos bajo esta denominación que a muchos les resulta aterradora.
Borges, quien después de perder la vista se dedicó a la “literatura actual”, esa de los siglos octavo y noveno, afirmó en un corto ensayo que “clásico no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad”.

Hoy muchos leemos a estos escritores latinoamericanos bajo esa “misteriosa lealtad”, admiramos profundamente la manera como se dedicaron a la literatura hasta el punto de entender muy bien a Flaubert cuando dijo: “Escribir es una manera de vivir”. Vargas Llosa comprendió, por ejemplo, que “la vocación literaria no es un pasatiempo, un deporte, un juego refinado que se practica en los ratos de ocio. Es una dedicación exclusiva y excluyente”; de la misma forma lo entendió García Márquez cuando tejió el mito que rodeó la escritura de “Cien años de soledad”. Todo esto lo reflejan las obras del boom.

En la actualidad, así parezca increíble, un número considerable de adolescentes que ingresan a las universidades no tienen ni idea qué es eso del boom latinoamericano. Poco o nada saben de Carlos Fuentes o de Donoso y de García Márquez algunos dicen algo sin mucha certeza.

Lo anterior no significa que los jóvenes estudiantes deban leer obligatoriamente en el colegio o antes de ingresar a la universidad estos “clásicos” de la literatura latinoamericana; un clásico, como diría Italo Calvino, es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir, o, agregaría yo, lo dice en el momento menos esperado. Por eso pienso que el boom todavía está vivo y este medio siglo que se celebra este año apenas es un pretexto para revitalizarlo, para que siga diciendo cosas y sorprenda a las nuevas generaciones. Tarde o temprano, a través de sus propias búsquedas y lecturas, los adolescentes de siempre conocerán, sabrán lo que estos escritores hicieron por la literatura.

desdeelcuarto@gmail.com / @d_aristizabal

 

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