Sirirí

El Cauca, el Cauca, el Cauca

Mario Fernando Prado
18 de enero de 2019 - 05:00 a. m.

En recientes declaraciones radiales, el presidente Iván Duque dijo estar enterado de la situación de orden público que padece el Cauca, sobre todo en el norte de este departamento, en la zona limítrofe con el Valle del Cauca, y por tanto se esperan acciones más contundentes que las que, de manera inútil, realizó su antecesor.

Es sabido que la causa de esta violencia son las extensas siembras de marihuana y cocaína, su tráfico y comercialización.

A esta lucrativa empresa se están dedicando, entre otros, la guerrilla  del Eln, las disidencias de las Farc, los paras y, léase bien, el cartel de Sinaloa y sus derivados, que hoy se pasean por los municipios nortecaucanos y hasta por Jamundí, a pocos kilómetros de Cali.

Lo sucedido antier, cuando un patrullero en Corinto, Cauca, que llevaba a lavar el vehículo asignado a su superior fue ultimado cobardemente por dos sicarios, hace pensar que se está gestando un “plan pistola” para dar muerte a policías y soldados, como en las lejanas épocas de Pablo Escobar.

Hay mucho dinero circulando en esa región, lo que se traduce en una bonanza inusitada: se ve mucha moto, muchas 4x4, están llegando prepagos del norte del país, se mueven harto las notarías y se está pasando del guarapo y el arrechón al Chivas y los viagras.

Pero hay temor y, lo peor, nadie quiere hablar por susto o por conveniencia; más grave aún es que mucho indígena dejó sus anacos y sus alpargatas.

La Gobernación caucana está tratando de impedir que la mala prensa desestimule el parte de tranquilidad que quiere darle a su terruño, porque sabe que se están alejando la inversión y el turismo, y lucha por mostrar las cosas buenas —que no son pocas— que suceden allá. Pero los hechos delictivos no se pueden desconocer y son una verdad dolorosa para un departamento que, como a pocos, le ha tocado aguantar y afrontar esta confrontación armada.

Pero hay más y ya para terminar: extraña la posición de la bancada parlamentaria caucana, que no se pronuncia con más energía y contundencia. Me niego a pensar que algunos ilustres políticos no quieren tocar a su electorado y por eso están pasando de agache. Eso sí sería la tapa de la olla.

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