El corazón de Colombia

Cuatro gárgolas, unos 80 años y casi 10 arquitectos fueron necesarios para levantar nuestro Capitolio Nacional, en un cuadrante al que los conquistadores denominaron Plaza Mayor, luego rebautizado como ‘De Bolívar’, epicentro de la tal ‘colombianidad’ en su más bogotana expresión.

La suerte —cuyos caprichos a veces es justo celebrar— determinó que el último episodio de ‘Callejeando’ tuviera en dicho espacio a su protagonista. Ya entrados en el excusable hábito de la autopromoción, me permito despedirme, tras 13 salidas, con la nostalgia de haberme ensamblado a un equipo de profesionales que hoy son mis amigos, vistiendo ropajes de turistas, para degustar una ciudad cuya naturaleza demanda sensibilidades especiales.

Esas mismas que nos llevaron a reconocer cómo desde Las Cruces ahora surge la esperanza en forma de música urbana. Que nos mostraron una quebrada descolgada de los cerros, a no más de 15 minutos de Chapinero. Que nos permitieron registrar el porvenir de un viejo circo taurino, pronto a hacerse símbolo de vida. Que propiciaron un juicio histórico a Fernando Mazuera, responsable —entre otras proezas— de habernos construido la Décima y de dejarnos sin tranvía. Que nos condujeron hasta el nacimiento y muerte del río San Francisco y a los secretos que bajo sus sepultados puentes aún circulan, transfigurados en fantasmas. Y que nos dejaron refrendar esa triada de símbolos que —cual ironías patrias— ostentan el nombre de plaza de Los Mártires, país del Sagrado Corazón e iglesia del Voto Nacional.

De regreso a lo que habremos de ver cuando se nos haga domingo, a manera de adelanto me permito contarles que el mencionado capítulo durará una hora entera; que —como ofrenda a la muy humana tendencia a mofarnos del error ajeno— los editores decidieron incluir mis fallas como ‘host’ en este lance final; y que nuestra ‘tradicional puesta en escena’ —nocturna, de hecho— vendrá acompañada de efectos patrocinados por el honorable cuerpo bogotano de bomberos.

Rememoraremos acontecimientos como el incendio de las Galerías Arrubla, donde hoy está el Palacio Liévano, sede de la Alcaldía Mayor; la consecuente incineración del acta nacional de independencia; la masacre del Palacio de Justicia, en 1985; y al archiconocido ‘incidente del Florero’. Ello además de entrevistas con fotógrafos de Polaroid, expendedores de maíz para palomas y ‘llameros’, del peregrinaje del Libertador de Cantini —cuya posición ha sido alterada al capricho y hastío gubernamentales— y de la actualidad y el futuro en un lugar tan rebosante de pasados.

Éstas y algunas otras sorpresas conformarán el epílogo de ‘Callejeando’ en la presente temporada. ¡El domingo desde la Plaza de Bolívar! Mañana —si el destino así lo dispone; claro— desde cualquier lugar… abajo de Monserrate.