El fast track, la Corte, los paros y el péndulo

Daniel Mera Villamizar
20 de mayo de 2017 - 03:00 a. m.

Tal vez ya estamos en un movimiento de regreso o corrección de los excesos del llamado "progresismo".

El agotamiento del gobierno Santos es, en realidad, el agotamiento de su 'modelo económico y político'. Haber malgastado los extraordinarios ingresos petroleros, tener que subir el IVA para lidiar el déficit fiscal y enfrentar múltiples paros por incumplimientos económicos son parte central de una trayectoria que ningún nuevo  gobierno responsable continuaría. Como tampoco continuaría la subordinación de la agenda política nacional al acuerdo ilegítimo con un grupo criminal que le hizo la guerra a la sociedad. (Senador Roy, por favor ver Por un centro reformista que no haga "trizas").

Por el llamado "péndulo de la historia" es más probable que el próximo gobierno cambie de signo u orientación a que sea "de transición" (hacia la profundización de un modelo amarrado a 12 años de tutelaje de las Farc). Naturalmente, las fuerzas que mueven el péndulo están en lucha en la sociedad, y nada está determinado.

La cuestión de  fondo, sin embargo, es que no solo importa el giro de orientación ideológica desde el poder ejecutivo, sino también los ajustes en  la jurisprudencia y el pensamiento de las altas cortes, que pesan más en la conducción del Estado y de la sociedad. Gracias a dos décadas largas de influencia del nuevo constitucionalismo desatado,  la ideología dominante hoy en el Estado colombiano es el progresismo con vena multiculturalista, liderada por la Corte Constitucional.

El progresismo colombiano se caracteriza por la apropiación moral de la búsqueda de justicia para los grupos e individuos desfavorecidos, con notoria independencia de la autorresponsabilidad, los recursos y los efectos en la sociedad, y si es para reforzar adscripciones pre-modernas, mucho mejor. En el altar de las buenas causas, como la paz (sin entrar a discutir su contenido), el progresismo está dispuesto a sacrificar el embeleco de las instituciones y las formas. Ya no les importa caer en posturas iliberales o antiliberales, pues tienen un calificativo para asestar a los contradictores: conservadores.  (Ver Constitucionalismo liberal a medias).

Lo más lejos que ha ido la Corte Constitucional en aras de las buenas causas, por ende 'progresistas', fue autorizar que el No de la voluntad popular se anulara por el Sí del Congreso de la República. Después de eso, ¿qué pasos en la misma dirección esperaba este gobierno? ¿Visto bueno para uso a discreción del fast track? Es posible que el consenso intelectual en la Corte haya advertido que del extremo de la impostura de la refrendación 'popular' del acuerdo de paz, un paso más en la misma dirección era el precipicio (o la "transición" que sueña 'Timochenko', con un Tribunal Supremo como el venezolano).

Así que recuperar un poco la separación de poderes con la decisión sobre la demanda de Iván Duque puede ser visto como un paso de regreso del péndulo en la Corte Constitucional. Debe haber pocos constitucionalistas respetados para quienes la honestidad intelectual no sea un imperativo ético, pero algunos esperaban que el nuevo magistrado Carlos Bernal argumentara contra su propio pensamiento y votara a conveniencia del gobierno. También debe haber pocos constitucionalistas respetados dispuestos a ir más allá en el progresismo constitucional. Para el talante colombiano, ojalá, ya fuimos demasiado lejos. Lo que debería seguir es un giro general y múltiple del pensamiento colombiano para dar soporte intelectual a un nuevo centro político. Uno al que ciudades desfavorecidas no le tengan que hacer paros cívicos cada tanto.

@DanielMeraV

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