¿El fin de los sindicatos?

Daniel Pacheco
11 de junio de 2012 - 11:00 p. m.

El Estado de Wisconsin, con apenas 5 millones de habitantes, fue el escenario de una batalla campal entre los sindicatos y el sector privado que terminó, la semana pasada, con una derrota brutal y sangrienta a los trabajadores.

La agria disputa de casi un año comenzó cuando del gobernador republicano Scott Walker pasó a las malas una ley que recortaba los derechos de negociación colectiva de los sindicalistas del sector público. Los sindicalistas respondieron con una campaña para revocar el mandato del gobernador. Recogieron un millón de firmas, el doble de lo que necesitaban para arrastrar a Walker a las urnas antes de que se acabara su mandato. Sin embargo, el martes pasado, luego de que ambos bandos invirtieran más de US$60 millones, Walker sobrevivió el referendo, y ganó por el mismo margen por el que había sido elegido en 2012: 53 a 47%.

En Estados Unidos le están haciendo hoy obituarios al sindicalismo. Porque más que una victoria para Walker, el voto de Wisconsin, fue un referendo en contra de los sindicatos. Wisconsin, de hecho, sigue siendo un estado más demócrata. En 2008, Obama ganó por 14 puntos. Hoy todavía sigue ganando en las encuestas para las elecciones presidenciales de este año. Un porcentaje alto, 18%, de los electores que apoyó la continuación del mandato del gobernador antisindicatos dice que va a votar por Obama.

Aunque los republicanos lograron superar por mucho el nivel de gasto de los trabajadores durante la campaña (por cada dólar sindical, el otro lado gastó nueve), es una derrota popular que debería estar enviando olas hondas de autocrítica a los trabajadores de todo el mundo.

¿Cuál es el futuro de los grupos de los pactos colectivos cuando el trabajo de millones de personas se ha redefinido a estar solo frente a su computador? ¿Cuánto poder deberían conservar los sindicatos si cada vez son más pequeños?

“El pueblo unido jamás será vencido”, es una de las consignas más comunes de las reuniones sindicales. En Wisconsin los sindicalistas sufrieron el veredicto de una masa opuesta de individuos, empresarios y, en general, trabajadores cansados de financiar los privilegios negociados a fuerza de huelga.

Hoy los obituarios al sindicalismo hablan menos de esta derrota coyuntural, que de la falta de flexibilidad para adaptarse a las nuevas circunstancias. El cambio y los pactos colectivos parece que no van de la mano.

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A Camilo Durán yo no lo conocí bien, pero lo escuché mucho. Así hubiera vivido 50 años más y lo hubiera conocido mejor, creo que seguiría siendo ese mismo personaje alto, enigmático y divertidísimo.

“Soledad del hombre: ninguna época lo muestra más separado de todo, de todos y también de sí mismo”, dice Nicolás Gómez Dávila. A mí Camilo siempre me pareció un hombre solitario. Haber compartido su amistad fue un gran privilegio de mi época, como lo habría sido para cualquiera, en cualquier época, cuando Camilo hubiera vivido.

@danielpacheco

 

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