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El fútbol nuestro sigue enfermo

Antonio Casale
10 de marzo de 2013 - 09:00 p. m.

Si bien los resultados en materia de selecciones son alentadores, en el fútbol colombiano todavía hay mucho por mejorar.

Vivo y siento nuestra liga como todos los amantes de este deporte, observo cómo algunos equipos, muchos más que antes, hoy en día funcionan como empresas de fútbol y ese debería ser el espejo sobre el cual se miren los demás para hacer de nuestro campeonato un verdadero torneo profesional.

Pero hay muchos equipos que todavía se manejan como feudos. Los atrasos en sus obligaciones laborales siguen siendo pan de cada día y los clubes parecen no entender que la mejor manera de fortalecer sus finanzas a través de la venta de los derechos deportivos de sus jugadores es invirtiendo en ellos, en la parte humana y en la profesional.

Otro síntoma de enfermedad es lo traumático que puede llegar a ser asistir a un partido. Además de la violencia que parece volver ante la insuficiencia de planes educativos y la falta de acción de las autoridades, la experiencia de asistir a un estadio, pagando una entrada, es pobre. Tribunas sucias, baños inservibles, servicio de comida envejecido y no acorde con los tiempos modernos, accesos peligrosos y falta de transporte público acorde con los horarios que hoy en día se manejan para la programación de los encuentros, son algunos de los factores que hacen que en la mayoría de escenarios las tribunas se vean vacías.

Lo anterior sin contar con lo más importante: el pobre espectáculo que se ve, consecuencia en parte de la crisis institucional anteriormente expuesta, y en parte del pobre trabajo en el fútbol base a nivel aficionado y de ligas. Es común ver jugadores con errores graves de fundamentación, temas que deberían ser resueltos antes de llegar al profesionalismo. Es el fiel reflejo de un sector en el cual sólo se piensa en ganar algún dinero, sin importar el cómo, echando a perder el talento silvestre con el que se cuenta en Colombia.

El fútbol por televisión sigue siendo para unos pocos que han podido cambiar de cableoperador para acceder a todos los juegos. Mientras en países como Argentina y Alemania la consigna es fútbol para todos, en Colombia, como consecuencia del mal manejo de los egos, parece que la consigna es fútbol para pocos.

El Gobierno, que al principio pareció interesarse por sacar adelante el deporte, ahora se hace el de las gafas. El Ministerio de Trabajo no toma acciones en torno al maltrato laboral contra los jugadores y la violencia en los estadios parece no ser asunto de las autoridades. En resumen, el fútbol sigue enfermo, se muere de hambre con la nevera llena.

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