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El Gabo de Gerald Martin

Armando Montenegro
08 de febrero de 2009 - 03:00 a. m.

GARCÍA MÁRQUEZ (GM) HA SIDO, de lejos, el colombiano más destacado, famoso y reconocido en el mundo.

Sus mejores obras fueron el espejo de la locura, la magia y la violencia donde los colombianos reconocieron su propia cara y comprendieron capítulos enteros de su historia. El resto del planeta, por su parte, descubrió a Colombia y a América Latina a través del prisma, las figuras y los personajes de Macondo.

¿Quién fue GM? Cualquier buena biografía suya debe intentar resolver el acertijo que él mismo les planteó hace años a sus posibles biógrafos, cuando les confesó que vivía tres vidas: la pública (con un componente de ficción, que es la vida que él quería que conociéramos), la privada (la de su familia y sus amigos cercanos) y la secreta, o sea, el resto. La primera, la pública, coreografiada y maquillada, fue el objeto de sus memorias, de sus innumerables declaraciones y reportajes, entre ellos, el más completo, el que concedió hace años a Plinio Apuleyo Mendoza. De las otras dos vidas, claves para saber, en realidad, quién fue GM, poco se sabe.

Hasta hace poco tiempo sólo existía una buena biografía de GM: la de Dasso Saldívar (El viaje a la semilla). A pesar de su seriedad y de sus numerosos aciertos, esta obra es incompleta. No va más allá de la mitad de los años noventa; su autor tuvo un acceso relativamente limitado a una serie de fuentes, personajes y testigos clave. Se quedó corta.

El profesor británico Gerald Martin acaba de publicar en inglés su propia biografía de GM: una extensa obra, tolerada o pasivamente autorizada por el propio escritor (aparecerá en español en octubre de este año). Escrita con esmero durante 18 años, constituye la más completa aproximación de lo que ha sido la vida, toda la vida (la suma de las tres vidas) de GM.  Será durante muchos años la biografía “definitiva” del Nobel.

No recuerdo quién dijo que los novelistas cuentan en sus memorias sólo sus pecados veniales (la versión oficial de su vida pública), pero que son sus personajes quienes sufren y exhiben los pecados mortales de sus autores. Ésta es una de las razones por las cuales se dice que todas las novelas son autobiográficas. Martin, como buen biógrafo, experto en análisis literario, cuando encontró evidencia suficiente, hizo las conexiones necesarias, con cuidado y tacto, entre los dramas de los personajes de GM y algunos de los episodios de la vida del escritor (otra vez, el desafío lo había planteado GM cuando sugirió que algunas de sus obras, la del dictador entre ellas, no eran más que el retrato de sí mismo).

Entre tantas cosas, Martin ofrece una explicación plausible, aunque sujeta a discusión, de la obsesión de GM con los retorcidos amores de los adultos con vírgenes adolescentes (un tema presente en por lo menos cuatro de sus obras). Discute, asimismo, algunos de los aspectos odiosos de la personalidad del Nobel: su notable obsecuencia con los poderosos, su tendencia a distorsionar la realidad (incluso por fuera de sus obras) y, claro, su inexplicable devoción por Fidel Castro, el patriarca por excelencia.

Por último, Martin ofrece una necesaria explicación sobre la escasa calidad de las últimas obras de GM, así como de su silencio reciente: el maestro está perdiendo la memoria; poco a poco, desde hace algunos años, se está apagando su maravillosa inteligencia. Su obra literaria, hace rato, está concluida.

 

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