Publicidad

El Gran Experimento

Alberto Carrasquilla
30 de octubre de 2014 - 02:07 a. m.

Concluye esta semana un componente esencial del más arriesgado ejercicio de política monetaria de la historia moderna: el llamado Relajamiento  Cuantitativo (Quantitative Easing, o QE) implementado por el banco central de los Estados Unidos en tres etapas diferentes a partir de 2009.

Palabras mas, palabras menos, el QE consistió en comprar activos financieros respaldados ante todo por hipotecas, entregándole a los vendedores de esos instrumentos dinero contante by sonante con el fin no solamente de ayudar a sanear los deteriorados balances de las entidades vendedoras, despojándolos de papeles tóxicos y entregándoles sanos, sino también de intentar darle liquidez al mercado financiero en su conjunto, el  cual estaba al borde del colapso por deshidratación. En total, la base monetaria (es decir, el pasivo del banco central) pasó de unos US$800 mil millones a algo así como $4,200 millones en el lapso de estos 5 años, un salto jamás antes visto.

El experimento, por supuesto, no ha culminado ni mucho menos. Hay varias piezas del complejo rompecabezas que todavía falta por desarmar, empezando por la venta de muchos de estos activos comprados para lidiar con una emergencia y el consecuente retorno del balance del FED a niveles normales y, desde luego,también hace falta la normalización de la  tasa de interés de intervención, tasa que está inusualmente baja.

Lo que cabe llamar el gran experimento monetario (GEM) ha tenido y seguirá teniendo, quizás por varios años, consecuencias importantes no solo en su país de origen, sino mucho más allá. La razón es muy simple: el GEM se efectuó en dólares y el dólar, para efectos prácticos, es la principal --en ocasiones la única-- moneda de referencia en los mercados globales.

En América Latina, el GEM, junto con la reducción a cero de las tasas de interés, fue un viento a favor importante que explica, en muy buena parte, por qué la región salió tan rápido de las premuras emanadas del pedazo de recesión que afligió al mundo en 2008. De manera simple, las bajísimas tasas de interés de por allá hicieron más atractivos los diferentes activos emitidos en nuestra región y motivaron entradas de capital que permitieron financiar cómodamente nuestros flujos de gasto, sin necesidad de frenos abruptos como en otras épocas. La enorme expansión monetaria en Estados Unidos fue acompañada de una enorme expansión del crédito y del gasto en China, cuya motivación fue también mitigar los efectos de la crisis de 2008, y esa expansión también nos ayudó por la vía de mayor demanda por muchos productos de la región.

Así las cosas, lo cierto es que estas dos grandes respuestas a la crisis, produjeron entre 2010 y 2012 una  especie de paradójica mini bonanza en la región. Paradójica, digo, por cuanto ocurre en medio de una crisis que tenía al mundo entero con desempleo alto, desidia inversionista, deuda creciente y pelos de punta.

El “comienzo del fin” del GEM, para usar el elocuente término bélico colombiano, unido a lo que crecientemente se entiende como una desaceleración de alguna importancia en China, sugiere la necesidad de volver a ubicarnos en la cruda realidad de una región en general y de una Colombia en particular que, por estar tan inmersa en la gratísima tarea de hablar paja, poco ha progresado en avanzar las reformas económicas y sociales que permitirían un ajuste eficiente al nuevo entorno. Al contrario, justo en un momento en el que la vida nos empieza a dar una voltereta sustancial, andamos en el plan nefasto de corromper aún más el estatuto tributario y violentar aún más la estabilidad jurídica. 

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar