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El gran guayabo latinoamericano

Luis Carlos Vélez
21 de septiembre de 2015 - 02:00 a. m.

Tras más de una década de abundancia gracias a los altos precios de las materias primas, ha llegado el momento de un importante ajuste de cuentas para el cuál nuestra región no está preparada.

Venezuela, Ecuador, Argentina, Bolivia y Brasil sufren más que nadie este nuevo escenario en donde los precios de los principales bienes que exportan se han desplomado. El problema es que durante los años en que esos bienes experimentaban precios récord, estos países no hicieron nada para prepararse para los inevitables años venideros de vacas flacas. No invirtieron en el futuro, ni mucho menos establecieron un plan para dar un paso hacia la diversificación y la no dependencia de un solo producto.
 
El dinero fácil emborrachó a los Lula, Rousseff, Kirchner, Correa, Chávez, Maduro y Morales de turno. Les hizo creer que la nueva riqueza era producto de sus buenas labores y no de una coincidencia global de crecimiento chino con bajas tasas de interés en Estados Unidos que resultó en una gigantesca demanda de materias primas y un flujo de capitales a los mercados emergentes. Miopes, egocéntricos. Tampoco calcularon que la bomba de tiempo se les iba a explotar en las manos. Eso suele pasar con los que se creen invencibles.
 
Sin dinero para amedrentar, comprar conciencias y acallar a la prensa, los derrochadores de una de las épocas doradas de nuestra región quedaron más vulnerables que nunca. Los pueblos tienden a ser mucho más susceptibles a los abusos de sus gobernantes con el estómago vacío. Suelen, aunque tarde, hacer cuentas de lo que se dejó de invertir, de lo que se dejó de hacer y sin plata para el mercado, no toleran los excesos ni lujos de sus otrora salvadores.
 
Es por eso que Maduro arremete con todo contra Colombia. Se tiene que inventar un enemigo tan grande y peligroso que sólo él, con la ayuda de su pajarito parlanchín, puede vencer. El presidente entiende también que los estados de la frontera no lo toleran y votarán en su contra, es por eso que debe hacer todo lo posible para que no participen en las próximas elecciones. De lo contrario su derrota será irrefutable.
 
Se vendrán días de mano dura. Los líderes de Unasur no darán su brazo a torcer fácilmente. Cuando no hay ideas, por lo general hay fuerza. No se dejarán vencer sin dar una última pelea.
El gran guayabo latinoamericano puede ser el momento de cambiar la página en esta América Latina gobernada en su mayoría por gobiernos populistas que son muy buenos en gastarse la riqueza pero muy malos en crearla. Sostienen que trabajan en aras de la igualdad, pero la realidad es que empobrecen tanto las naciones hasta que la mayoría es pobre, a excepción de ellos, los gobernantes que se convierten en pequeños reyes.
 
Y que quede claro, la solución tampoco está en aquellos que abusaron tanto que hicieron que el pueblo les diera la oportunidad a los incalificables de turno.

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