Es creciente la disposición de las principales aerolíneas del mundo por hacer uso de los biocombustibles para reducir las nefastas consecuencias del CO2 y demás gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global.
Sin embargo, aunque la contaminación aérea es lidiada con apremio en los últimos años -gracias a los avances ecotecnológicos de la industria-, se mantiene en un primer plano como motivo de preocupación.
Se estima que para mediados del siglo el sector podría ser el responsable directo del 15% de las emisiones mundiales, 13% por encima de las que hoy genera. La ilustración no puede ser más elocuente: de 12 mil aviones para el servicio de pasajeros que hace dos quinquenios atravesaban los cielos, se saltará a 20 mil en siete años y a 30 mil en 2030. Y un avión Jumbo, para citar un ejemplo, consume alrededor de cuatro litros de combustible por segundo.
La modernización de la industria, la innovación acelerada en las aeronaves y los crecientes precios de los combustibles fósiles que tanto impactan sobre los costos de operación, trazan un cruce de variables que abren paso a un nuevo escenario donde se ponen sobre la mesa cartas ambientales y económicas. En la década pasada el tráfico aéreo creció 45%, mientras que el gasto de combustible apenas aumentó 3%.
Constructores, gobiernos y productores de biocombustibles suman esfuerzos para promover el desarrollo de los carburantes sostenibles, en procura de cumplir la meta fijada por la GIACC –Grupo sobre la Aviación Internacional y el Cambio Climático-, orientada hacia un crecimiento neutro del carbono en 2020 y a reducir a la mitad las emisiones en 2050, tomando como punto de partida los niveles existentes en 2005.
Aerolíneas como LAN, Iberia y Aeroméxico han tomado la iniciativa de realizar vuelos de prueba con biocombustibles de segunda generación, extraídos de siembras comunes de halófitos, jatrophas, camelinas, e incluso algas, sin afectar cultivos alimentarios, recursos naturales ni tierras. Los resultados preliminares pintan prometedores en la reducción de las emisiones de carbono y afianzan su acreditación internacional como empresas socialmente responsables.
La chilena LAN, amparada en su exitosa experiencia del año pasado cuando operó con combustible renovable un vuelo sostenible entre Santiago y Concepción -pionero en Suramérica-, marcará hoy el mismo hito en cielos colombianos. Un Airbus A320, equipado con gasolina soportada en aceite vegetal, cubrirá la ruta Bogotá-Cali-Bogotá, y dará, durante dos trayectos de cuarenta minutos cada uno, el primer gran salto en la historia aérea del país en la utilización de los biocarburantes.
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