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El hambre: un arma biológica siria

Columna del lector
27 de enero de 2014 - 02:11 a. m.

En cuestiones de conflicto, confrontación y guerra, las balas y el arsenal militar no son los únicos instrumentos que cobran vidas.

Más allá de los planes estratégicos de los altos comandantes de las fuerzas sirias y de los apoyos militares de las potencias occidentales para contrarrestar las avanzadas de Al Assad, existe una dimensión más letal que cualquier plan de guerra. El hambre.

Siria es un asunto que está en la agenda internacional y cobra importancia de acuerdo con las coyunturas. Tiene altas y bajas en los principales diarios y editoriales del mundo, su protagonismo depende del enfoque que las potencias quieran darle o simplemente del impacto que las tropas del régimen generen sobre la población cuando sobre el terreno están los observadores de la ONU. Pero todo parece indicar que el régimen de Al Assad ha entendido que por vía netamente militar tiene un pulso complejo con la contraposición occidental sobre los rebeldes. Esto significa que en términos cuantitativos y cualitativos, la mejor estrategia en el combate para eliminarlos es atacar por el estómago.

La estrategia de Al Assad consiste en bloquear las principales vías de comunicación terrestre, que son los corredores de suministros de alimentos. También consiste en desabastecer los campos de prisioneros para que la pena sea más dolorosa e inhumana. En ese sentido, la campaña del gobierno sirio es ahorrar balas y hombres, un asunto de elección racional en el cual el costo debe disminuirse para ampliar los beneficios en la batalla. Es más barato acabar con el enemigo cortándole los flujos de alimento que gastar cientos de miles de dólares en la compra y activación de dispositivos militares.

Para lograr entender un poco mejor la dinámica en ese país, según la Cruz Roja Internacional hay aproximadamente 10,5 millones de sirios que padecen de inanición, más de 1 millón de niños con problemas de malnutrición grave y alrededor del 50% de la población sin acceso a fuentes de agua potable.

En ese orden de ideas, la inanición es sin duda un arma mucho más letal que los arsenales militares, y si científicamente se analiza la condición del hambre, puede considerarse como un arma biológica, pues la muerte llega por insuficiencia química y física de los mínimos vitales para sobrevivir.

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