El insostenible plan fiscal de mediano plazo

José Roberto Acosta
01 de julio de 2017 - 02:44 a. m.

Si algo ha irrespetado este Gobierno es la Ley 819 de 2003, que es la norma orgánica en materia de presupuesto, transparencia fiscal y estabilidad macroeconómica. Irrespeto con la complicidad de las comisiones económicas del Senado y la Cámara de Representantes que, por aplastante mayoría, dejan un terrible legado de desequilibrio en lo fiscal no visto desde hace lustros.

Es poco serio que se plantee, dentro de los principales supuestos de proyección, que el crecimiento económico será este año del 2,3 %, cuando el propio Banco de la República y el Fondo Monetario Internacional han ajustado por debajo del 2 % sus expectativas para 2017. Y es pensar con el deseo un crecimiento del 3,5 % en el año 2018 y tasas superiores al 4 % hacia adelante.

Por si fuera poco, la mentira sigue en lo concerniente al precio del barril de petróleo, que para la referencia Brent se estima en US$70 para este año y entre US$61 y US$70 hacia adelante, en momentos que el mercado se acerca más a los US$40. Pero, además de descachado, el Gobierno se contradice al plantear que la renta petrolera ya no superará el 0,62 % del total del Producto Interno Bruto (PIB) anual, después de ver una máxima participación del 3,3 % de ese indicador en el año 2013. Y si para el Gobierno el sector petrolero no recuperará su importancia, ¿por qué su discurso económico sigue tan dependiente de esta variable? Ya es hora de que nos destetemos de la perjudicial economía extractiva.

Si el bajo crecimiento económico promete desmejorar el recaudo de impuestos y la renta petrolera ya no solventará el derroche de los últimos años, sólo queda el endeudamiento, pero en este frente se reduce el margen de maniobra, pues la deuda neta del Gobierno Nacional Central, como proporción del PIB, pasó de un mínimo del 33,5 % en el 2012, año del boom petrolero, a un peligroso 43,6 % al cierre de 2016, nivel cercano al visto antes de la crisis financiera de 1999.

En conclusión, este gobierno, con complicidad de sus “enmermeladas” mayorías parlamentarias, deja un déficit fiscal difícil a cerrar por el próximo mandatario con herramientas diferentes a más impuestos, por lo que los ciudadanos no podrán sufrir de amnesia al momento de ir a las urnas y de fijar responsabilidades.

@jrobertoacosta1jrobertoacostaopinion@gmail.com

 

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