El “lado correcto de la historia” en la paz

Daniel Mera Villamizar
01 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

¿La no celebración del desarme terminó de poner a la gente en el lado equivocado?

Era la última esperanza: que la entrega de armas de las Farc motivara el ánimo popular que nunca tuvo este acuerdo de paz. Pero no ocurrió.

Y si el Gobierno hubiera podido contestar satisfactoriamente las múltiples preguntas de la desconfianza ciudadana, ¿se habría festejado? La respuesta es que tampoco.

El presidente, hablando ante un pueblo distraído: “Sin armas, sin violencia, NO somos más un pueblo enfrentado entre sí”.

—¿Qué dijo?

—Que teníamos una guerra civil y acabamos de entregar las armas.

—Seamos serios.

—Es su forma tramposa de darles legitimidad a 7.000 tipos que nos jodieron.

—Ah, ya.

Los intelectuales públicos que defienden el acuerdo con las Farc no salen de su perplejidad con la gente. Los interpretados no se dejan interpretar. “Mayorías sin razón”.

Humberto de la Calle, un poco agobiado, decidió acudir a una convicción rotunda —sin arrogancia, advirtió, es decir, con algo de ella—: “Yo creo que nosotros estamos en el lado correcto de la historia. El tiempo nos irá dando la razón” (RCN Radio).

Él y muchos creen que están abriendo una nueva etapa histórica con el acuerdo de paz de La Habana, cuando en realidad están cerrando, de mal modo, un largo ciclo histórico del país, el de la violencia revolucionaria.

Este trágico ciclo comenzó cuando se alzaron las armas contra el Estado, hace más de 50 años, y termina con la entrega o dejación de tales armas. No hay que confundirse.

De la Calle no está mirando el periodo largo, esto es, que el tiempo ya juzgó, e ignora la posición mayoritaria sobre la cuestión actual: sí apoyamos la solución negociada, pero no el contenido de este acuerdo. (Y ya no puede contraargumentar con “el mejor acuerdo posible”, que nunca hubo).

Cuando se alzaron las armas contra el orden liberal y democrático, quienes las empuñaban o respaldaban la vía revolucionaria alegaban estar “del lado correcto de la historia”. Como Fidel Castro, creían que “la historia los absolvería”.

Pues la historia pasó y mostró que estaban en el lado equivocado. Tanto, que el último ensayo de imposición de esas ideas desde el poder tiene en las calles a un pueblo oponiéndose con la vida y la certeza explícita de estar “del lado correcto de la historia”: Venezuela.

El jefe negociador, al parecer, no notó que estaba tratando con los residuos de una macabra equivocación histórica y que, por lo tanto, la esencia de su tarea era lograr un final más o menos aséptico, no dejarnos una segunda Constitución para 12 años con semejantes padres constituyentes.

(De la Calle dejó constancia de su quiebre intelectual en “Democracia: ¿Ocaso o Transformación?”; y aquí mi crítica, “El pesimismo liberal de Humberto de la Calle”).

Además, en el aspecto moral de la apelación al “lado correcto de la historia” también encuentran una evolución consolidada: para la gente, nada de lo que digan las 310 páginas del acuerdo con las Farc justifica los asesinatos, los secuestros, la destrucción, el crimen.

En los últimos 20 años disminuyó dramáticamente la tolerancia de impunidad para la violencia con pretensiones políticas. Esta evolución cultural colombiana corrió a la par con el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, y De la Calle espera que el tiempo le dé la razón en que la JEP burle la conciencia nacional y eluda la CPI.

Llamar “odio” a la distancia o desaprobación moral de ver libre a Martín Sombra, por ejemplo, no le va a ayudar a tener razón políticamente. Con frecuencia, se está en el “lado correcto de la historia” en determinada cuestión si se mantiene el poder, aun sin tener razón moral, pero el resultado del plebiscito del 2 de octubre puso de presente que las mayorías que en estos 50 años estaban en el lado correcto siguen ahí.

@DanielMeraV  

 

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