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El lado oscuro de internet

Juan Carlos Gómez
23 de septiembre de 2012 - 11:00 p. m.

En medio de la justificada indignación por los sucesos de Benghazi en los que fue asesinado por la turba enfurecida el embajador de Estados Unidos en Libia, parece haber consenso en que la causa fue la publicación en Youtube del tráiler de la película ‘La inocencia de los musulmanes’.

La infame película, producida por un demente con antecedentes criminales, es un producto más de la infinita cantidad de material indeseable que circula en internet. Lo preocupante es pensar que ello pueda justificar de cualquier manera la reacción de los extremistas musulmanes contra personas inocentes, en Libia y otros países del Oriente Medio. Sin que existiera internet, Salman Rushdie fue condenado a muerte. Para el extremismo, cualquier guiño es una excusa.

En medio de la indignación mundial, un juez de Los Ángeles resolvió la semana pasada la solicitud de una de las actrices de la película, quien alegando la violación de su privacidad (según ella, sin su consentimiento, se le personificó practicando sexo oral con el profeta), pretendía que se le ordenara a Youtube “bajar” el video. Según la revista ‘Wired’, el juez decidió que la petición no era procedente, pues no existía evidencia de esa falta de consentimiento. La decisión es valiente porque se produce en medio del fervor nacionalista que con toda razón despertaron los ataques a los norteamericanos en el Medio Oriente.

La Casa Blanca instó a Google, propietario de Youtube, a que revisara si el tráiler de la película se adecuaba a sus políticas y por lo pronto Google decidió no “bajarla”, afirmando que sí estaba de conformidad. Sin embargo, en una actitud contradictoria y ambivalente, la bloqueó en Egipto, Libia, Indonesia, Malasia y Arabia Saudita.

Es una paradoja que internet se vea ahora como el malo del paseo. Hace apenas un año el “mundo libre” celebraba la Primavera Árabe y a ésta se le atribuía en gran parte al poder viral de Twitter y Youtube. Es una muestra de que la política y el derecho aún no saben qué hacer con internet. Muchos viven ingenuamente en el mundo de la “ciberutopía”, que describe Evegny Morozov: creer porque sí en el poder emancipador de las comunicaciones ‘on line’.

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