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El mal acuerdo con los maestros

María Elvira Bonilla
11 de mayo de 2015 - 02:00 a. m.

LA PEOR NEGOCIACIÓN ES AQUELLA en la cual una de las partes se siente “tumbada” por la otra.

Este era un punto de simple lógica que repetía el actual ministro del Trabajo Luis Eduardo Garzón cuando ejerció la presidencia  de la CUT. Una actitud que le dio reconocimiento y  proyección  como uno de los fundadores del Polo, candidato a la Presidencia y luego alcalde de Bogotá, abriéndole el camino a la centro izquierda a los cargos de poder. Ahora como ministro del Trabajo apareció desdibujado, al lado de una muy desacertada Gina Parody, con quien se sabe tiene diferencias, y no pequeñas, de talante y concepciones. No fue ciertamente su mejor momento.
 
 Sí, se firmó un acuerdo con Fecode que representa a  340 mil maestros, pero es sin duda una victoria pírrica pues serán más los males y  ninguno el beneficio que le traerá a la educación pública del país, que es lo que verdaderamente importa. Pierde el Gobierno que no estuvo a la altura del desafío, equivocado en materia grave si pretende  ser el gran transformador de  la educación en el país ahondando la brecha y los enfrentamientos con los maestros —¿es siquiera concebible una reforma educativa sin tener al magisterio como el gran aliado y principal ejecutor de la misma?—. Al interior de Fecode se acrecentó el malestar con un Gobierno que los  subestima. Al igual que con los campesinos el año pasado,  la opinión pública entendió la justeza de sus  reclamos y los acompañó. Se equivoca la  ministra Parody si de manera arrogante pretende  menospreciar y tergiversar el sentido y razón de los reclamo del magisterio. Los malos acuerdos se devuelven. 
 
Qué alejada está de la Gina senadora, que admiré cuando con carácter supo alejarse de su mentor,  el entonces presidente Álvaro Uribe y cuestionó con vigor la presencia de los tres jefes paramilitares en el Congreso. Hoy aparece lejana e insensible frente a   los maestros colombianos; olvida que es con ellos  con los que tiene que trabajar; son maestros formados en una tradición docente construida con las herramientas que da la tierra y no en  el campus de la universidad de Harvard, que en estos días debe recordar con nostalgia. Es irresponsable no valorar que en su inmensa mayoría son anónimos seres humanos valiosos con vocación por un  trabajo que realizan cotidianamente en la Colombia profunda, la de las veredas y los barrios populares donde son  figuras de referencia de millones de niños y jóvenes colombianos.  Gina como ministra desde el primer día les declaró la guerra, contraviniendo incluso una directriz presidencial. 
 
El supuesto ahorro fiscal que traerá el acuerdo firmado saldrá caro. Con la tinta aún fresca, ya se oyen voces fuertes de rechazo que simplemente expresan que no será a punta de garrote y chantaje como  los maestros se comprometerán con el reclamo nacional que es  compromiso principal de Juan Manuel Santos, una educación mejor y para todos. Por ese camino es  inútil el billonario presupuesto del que se jactan el presidente y su ministra,  frente a unos maestros desmotivados y rabiosos. Gina Parody renunció a ser la líder de la revolución educativa que Colombia necesita.   

 

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