El mediador

Danilo Arbilla
12 de abril de 2017 - 02:00 a. m.

En Venezuela la gente otra vez copa las calles. Exige la destitución de los magistrados títeres del TSJ. Reclama la caída de la dictadura bolivariana y de Nicolás Maduro. Enfrenta la represión del Ejército, de la Policía y de los grupos fascistas creados, pagados, armados y motorizados por el Gobierno.

Maduro disuelve la Asamblea Nacional con mayoría opositora, suspende elecciones y mete presos e inhabilita a adversarios políticos. A todas luces opta, con el apoyo de las FF. AA., por el método de Bashar al Asad: mantenerse en el poder a sangre y fuego. Al Asad es presidente de Siria desde hace 17 años; sucedió a su padre, Háfez al Asad, quien fue presidente por 29 años. Sin duda muchas cuentas que rendir, lo que explica su rechazo a cualquier tipo de “primavera” renovadora. Su obstinación, respaldada por Rusia e Irak y varias mediaciones inútiles, ha costado 320 mil vidas, por lo menos.

Maduro y los militares venezolanos saben que tendrán que rendir cuentas y también se obstinan. ¿Y, hasta qué costo?

Mientras tanto José Luis Rodríguez Zapatero cumple su tarea de “mediador” y dice que hay que dialogar. (¿Está en la luna, o en otra cosa?). En ese rol el expresidente socialista español cuenta con el respaldo del Vaticano, de la Unasur (cada vez menos) y fundamentalmente de Maduro (cada vez más).

Venezuela es considerado uno de los países más corruptos de la tierra. Guinea Ecuatorial aún lo es más. Y la relación viene a cuento, incluido “el mediador”.

Transparencia Internacional (TI) ha logrado que por lo menos en Francia la justicia actúe contra el hijo de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, dictador de Guinea Ecuatorial. Este ocupa el poder desde 1979, pero, eso sí, con elecciones cada tanto que gana, cuando le ha ido mal, con el 98 % de los votos. Se trata de un detalle que ayuda a “sus amigos” en la difícil tarea de defenderlo.

Obiang ha sido amigo, o muy bien recibido, por Lula y los hermanos Castro, pero, como fue recordado por uno de los participantes en una conferencia que dio en la SIP hace dos semanas (de la que ya hablé algo) el peruano José Ugaz, presidente de TI, uno de los mayores respaldos del dictador africano fue España, durante el gobierno de Rodríguez Zapatero.

Y efectivamente fue así. Miguel Ángel Moratinos, canciller de Zapatero, y quien clamaba urbi et orbi que Hugo Chávez era el presidente más democrático de América Latina, tenía “el sentimiento que Guinea era un país diferente, independiente, soberano, moderno, dinámico y próspero que inicia una nueva etapa en el siglo XXI”. Sostenía que Obiang estaba “embarcado” en la “construcción de una democracia con parámetros africanos” y hasta intentó “meterlo” como observador en la Cumbre Iberoamericana que se realizó en Portugal en el 2009. Además el exministro se enojaba mucho con los periodistas que informaban sobre violaciones de los DD. HH. en Guinea Ecuatorial y calificaban de “dictadura” al régimen de Obiang. Moratinos decía que Guinea ofrece “una cartera de oportunidades” (quizá para él lo fuera y lo sea).

La prensa española ha destacado visitas realizadas en recientes años por la dupla Zapatero- Moratinos a Obiang y a los Castro, incluso en casos con el manifiesto disgusto del Gobierno español por la forma de actuar de los exgobernantes. Han dicho los diarios que Zapatero está de “lobista” (lo mismo sostienen periodistas venezolanos), y que Moratinos “desde hace años trabaja como comisionista de empresas españolas” en diferentes países y que ha abierto una consultoría en Madrid a esos efectos —según El País— “aprovechando sus contactos forjados durante sus años de ministro”.

Y mientras Maduro se obstina en el poder, a cualquier costo, y habla de diálogo y mediación e invoca al “prestigio y autoridad” de los mediadores, los venezolanos hartos de tanto cinismo salen a las calles a manifestar y a enfrentar la represión en reclamo de comida, medicinas, democracia y libertad.

 

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