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El ministro, alcabalero de la salud

Fernando Galindo G.
08 de junio de 2015 - 03:00 a. m.

LA INDIFERENCIA DEL MINISTRO GAviria frente al desfalco que las EPS y las Cajas de Compensación han perpetrado con los dineros públicos aportados por los ciudadanos para el sostenimiento del sistema creado por la Ley 100, se hizo manifiesta al proponer que para tapar el déficit originado en ese torcido manejo de tan cuantiosos recursos, nos toca ahora a los colombianos cubrirlo con más impuestos.

Resulta inaceptable que siendo economista, no haya investigado contablemente (y comunicado al país) cómo se configuró el colapso financiero que afecta al sector. Es posible que sí lo sepa, pero, como ocurrió con la toxicidad del glifosato, aguarda al momento político oportuno para revelarle al país la verdad sobre los autores de tal depredación.

Hizo bien el exministro José Félix Patiño, en confrontación pública comentada por el Noticiero CM& el pasado 4 de junio, exigirle a Gaviria, que en lugar de culpar a los médicos y a los hospitales, busque dentro de las EPS a los causantes de su iliquidez.

Gaviria se ufana de ser contestatario. No obstante, sus respuestas al requerimiento del profesor Patiño carecen de objetividad y más bien reflejan su descortesía con los profesionales de la salud.

Ese ha sido, desde hace tres años, el talante del ministro Gaviria, y, por su insólita parcialidad hacia las EPS, se obnubila en el juicio sobre la crisis del sector y no escucha las opiniones desfavorables a su gestión. Pareciera que no solo atribuye a los prestadores la insolvencia de las intermediarias, sino a los mismos pacientes, quienes cometen el error de enfermarse y requerir servicios de salud, por lo que hay que gravarlos con más impuestos, para surtir la injusta y desproporcionada utilidad de las aseguradoras de la salud.

Al ministro le parece apropiado que, ante la discutida quiebra de las EPS, estas inviertan cuantiosos recursos en los medios televisivos, radiales y escritos, para tratar de convencer a los usuarios que en Colombia tenemos el mejor sistema de salud. Por alguna razón, también, el Ministerio a su cargo contrata publicidad con inusitada frecuencia. El contraste de esas propagandas con las noticias sobre la desatención a los pacientes, la postración de los mismos en los pasillos de los hospitales, la negación de los servicios a través de la agobiante tramitación a que se ven sometidos por las EPS miles de ciudadanos, el incremento de las tutelas y las muertes ocasionadas por esa negligencia, demuestra que la inequidad es la característica predominante del sistema de salud vigente.

En el noticiero comentado entrevistan a la presidente de una EPS, quien respalda al ministro Gaviria en su propuesta impositiva, para perturbar aún más la estabilidad económica de los contribuyentes. Se revela el binomio gobierno-EPS, y por ninguna parte aparece que el objetivo de un sistema de salud son los pacientes y no la utilidad de las intermediarias.

La opinión pública alberga la esperanza que la Ley Estatutaria termine con las injusticias de un sistema orientado por el ánimo de lucro. Con pesimismo se constata que ni el Ejecutivo ni el Legislativo demuestran interés en adelantar el proceso correspondiente. Abonan así el terreno para la protesta ciudadana que. en la perspectiva del proceso de paz, comprometería el apoyo de los votantes a los acuerdos de La Habana, que buscan la misma equidad ausente en la salud.
 

 

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