El oro líquido de Cajamarca

José Roberto Acosta
01 de abril de 2017 - 03:00 a. m.

En el exclusivo almacén Harrods de Londres se vende una botella de agua cosechada directamente de los icebergs noruegos a un sorprendente precio de $350.000. Mercadear agua es el gran negocio.

Según la revista The Economist, el mercado del agua embotellada representó ventas en 2016 por US$147.000 millones, la mitad del valor de todo lo que Colombia produce en un año.

El anterior contexto se suma a las innumerables justificaciones técnicas que resultaron en una abrumadora mayoría del 97,92 % de los votantes del municipio tolimense de Cajamarca, que escogieron decirle no al proyecto minero de La Colosa, que buscaba extraer oro a cielo abierto por parte de la minera Anglo Gold Ashanti, empresa de pésimos antecedentes en el Congo africano, según Human Rights Watch en su informe The Curse of Gold de 2005.

Sin embargo, de manera violenta, el Gobierno se precipitó a despreciar esta consulta popular y, sin medir las consecuencias de sus declaraciones ante una posible demanda internacional de Anglo Gold, dejó entrever que la cuestionada empresa podría surtir aún el procedimiento de licenciamiento ambiental, como si la ya negada licencia social no fuera importante. Y todo porque sabe que la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales puede acomodar mentiras de manera exprés, como ya lo hizo con la irregular licencia que autorizó a Celsia S.A. para desviar el río Samaná y desarrollar el depredador proyecto hidroeléctrico de Porvenir II.

El desprecio del presidente Santos por la población de Cajamarca debería sopesarse con la admiración que guarda por el profesor de la Universidad de Harvard Michael Porter, quien, conociendo el insostenible modelo de desarrollo extractivista y depredador practicado por décadas, afirmó: “Lo peor que le puede pasar a Colombia es que siga encontrando petróleo”.

Con el cuento de buscar un “balance” o “punto medio” entre economía y medioambiente, se sigue corriendo más el límite de desertificación que ya amenaza con la falta de agua a departamentos como Caldas, que nunca imaginó perder tan rápido gran parte de sus fuentes hídricas, dejando claro que ese “punto medio” hace rato se sobrepasó.

La decisión de Cajamarca es histórica y un tema central de debate para quienes aspiren a la Presidencia en 2018, porque el medioambiente ya no aguanta más carga. Si nos equivocamos en esto, no habrá vuelta atrás.

@jrobertoacosta1

 

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