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El Palacio Arzobispal

Columnista invitado EE
22 de septiembre de 2013 - 10:00 p. m.

Al llegar a un barrio muy pobre, un sacerdote baja de su carro último modelo, escandalizando a sus habitantes. Una anciana se acerca y con una sabiduría extraordinaria le reprocha: “si así es su pobreza, cómo será su castidad”. No recuerdo a quién le escuché la historia, pero se asemeja mucho a lo que les quiero contar.

El papa Francisco tiene cautivado a gran parte del mundo cristiano y no cristiano. Sus mensajes de austeridad, pobreza y humildad no dejan de tener eco en las primeras páginas de los medios de comunicación en el mundo. Movilizarse en en Renault 4, no usar los zapatos Prada propios de los papas, cambiar su báculo, pectoral y anillo de oro por otros de cobre, renunciar a las comodidades del avión de Alitalia durante su viaje a Brasil, mudarse del lujoso apartamento papal a la modesta Casa Santa Marta, entre otros, son los ejemplos que Francisco le da al mundo de una iglesia que no contradice el evangelio. Hace poco se conoció que Francisco recibió a Gustavo Gutiérrez, fundador de la Teología de la Liberación, la teología de la opción preferencial por los pobres. Esto sin duda tiene con los pelos de punta a los radicales conservadores de la Iglesia Católica, mientras leen en los titulares de prensa: “resucitó la Teología de la Liberación”.

“Me duele cuando veo a un sacerdote o una religiosa con un auto último modelo; ustedes no pueden hacer eso. Un auto es necesario para ahorrarnos mucho trabajo, pero, por favor, escojan uno más humilde. Si les gusta uno que es elegante, solo piensen en los numerosos niños que mueren de hambre en el mundo”. Estas palabras del papa Francisco hicieron que el sacerdote samario Hernando Fajid Alvarez Yacub, vendiera su carro Mercedes Benz por 120 millones de pesos.

Sin embargo, el mensaje de austeridad y pobreza del papa talvez no ha calado en todos sus clérigos. Podría ser el caso del arzobispo de Medellín, Monseñor Ricardo Tobón, quien por motivos desconocidos, decidió comprar un nuevo palacio arzobispal en el barrio El Poblado de la capital antioqueña. Casa, que según los mismos sacerdotes de la arquidiócesis, no baja de 2.600 millones de pesos.

En una contundente carta, enviada al arzobispo Tobón y a la nunciatura apostólica, algunos sacerdotes que dicen pertenecer al Movimiento arquidiocesano por la dignidad sacerdotal cuestionaron la pretensión del arzobispo: “Aquí se ha olvidado la gran cantidad de sacerdotes que han pasado y que están en la Iglesia particular de Medellín y que han entregado sus vidas por amor al reino y que han batallado sus vidas en los lugares de guerra y violencia y que a pesar de sus flaquezas y debilidades siguen con fe haciendo presencia de Cristo en lugares en donde ni si quiera el obispo sería capaz de pasar una santa noche, porque prefiere sus comodidades, más que pensar en los sacerdotes que trabajan con la uñas para construir sus templos y casas parroquiales. Sin embargo, para el arzobispo Tobón, es todo un desconocimiento de esta realidad, puesto que prefiere cambiar su casa episcopal en la que han pasado los anteriores arzobispos, porque le es ‘poco útil y funcional’, prefiriendo comprar una en el mejor barrio de Medellín, Castropol-El Poblado, por un valor de 2.600 millones de pesos. ¿Cuantas casas curales se podrían construir con este dinero y gasto inoficioso que está haciendo el Obispo?”.

Tremendo reto le plantearon los autores de esta carta al arzobispo, quien a pesar de la epístola siguió adelante con la idea de comprar un nuevo palacio arzobispal, pidiéndole ayuda a empresarios y a las parroquias más pudientes de Medellín. Es de anotar que el palacio arzobispal del barrio Prado no es del tercer mundo. Por el contrario, hace honor a su nombre de palacio. La casa vecina es la del alcalde de Medellín, ya ustedes se imaginarán, aunque los últimos dos alcaldes han preferido vivir en sus apartamentos.

Existen muchas versiones sobre la compra de esta casa en el clero de Medellín, por lo que el padre Germán Bustamante, jefe de Comunicaciones de la Arquidiócesis lo explicó de la siguiente manera: “El arzobispo sigue viviendo en su antigua casa a pesar de su deterioro y la inseguridad del barrio. Por el mensaje del papa no le es cómodo el tema de la nueva casa, se ha cambiado un poco de pensamiento. En cuanto al precio, no tengo la cifra exacta, pero los dueños decidieron hacerle una sustanciosa rebaja por tratarse del arzobispo. En estos momentos, el inmueble comprado se piensa más como una casa institucional que como una casa arzobispal. También quiero aclarar que el tema de la compra de la casa viene de tiempo atrás y fue monseñor Tobón, como arzobispo, quien ejecutó la compra”.

No conozco personalmente al arzobispo Tobón. De él he escuchado que es un hombre brillante, excelente administrador y de mano dura. Sus deciones y fuerte temperamento se han prestado para que su relación con el clero no sea la mejor. Medellín tiene un obispo con excelentes cualidades, las cuales se podrían ensombrecer por lujos innecesarios en una iglesia que ha venido ganando prestigio y legitimidad con el actual pontífice.

 

La iglesia católica es una institución privada, que puede hacer con sus finanzas lo que le dé la gana. A mí poco o nada me importa cómo se gastan sus recursos, pues no son los míos ni tengo velas en el entierro. Llama la atención, eso sí, que haya una desconexión entre el nuevo liderazgo de la iglesia en Roma y las iglesias locales.

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